La economía del país recibe refuerzos: la fabricación de equipo de transporte, minería y construcción se reincorporan a la vida productiva como actividad esencial, después de dos meses de parálisis total.

Su operación ininterrumpida, hasta que México consiga instalarse plenamente en la “nueva normalidad”, ayuda a mantener los empleos creados y las cadenas de suministro existentes con otros países. 

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Pese a que distintas empresas comenzaron a calentar motores a partir del 18 de mayo, la economía de México vive uno de sus peores momentos por los efectos del COVID-19.

Se calcula que entre abril y junio el Producto Interno Bruto (PIB) caerá 9.7% anual; sin embargo, pronósticos menos optimistas apuntan a una contracción de entre 15 y 20 por ciento. 

Gabriela Siller, Directora de Análisis Económico Financiero de Banco BASE, estima que el PIB se dirige a una caída anual de entre 8 y 10% este 2020.

Golpe del que el país tardaría cuatro años en recuperarse, al menos a niveles previos a la aparición del Coronavirus SARS-CoV-2, en un contexto de incertidumbre para invertir, baja confianza del consumidor, la ausencia de una política fiscal que apoye a las empresas y al empleo. 

Tan solo entre marzo, cuando inició el confinamiento, y abril, cuando pararon de manera formal el grueso de los comercios, prestadores de servicios e industrias, se perdieron 685,840 empleos registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Los pronósticos del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), indican la pérdida de un millón 861,000 puestos de trabajo formales e informales entre marzo y junio. 

El IDIC, a cargo de José Luis de la Cruz, expuso que esta caída en el mercado laboral afectará a cuatro millones de mexicanos e implicará tres años de generación de empleos a un ritmo de alrededor de 650,000 nuevos puestos de trabajo anuales.

Se trata del mayor golpe para la fuerza laboral de México desde que hay registros, también habla de una pronunciada crisis en la economía.

Industria automotriz, sobre terracería 

En este contexto, se reincorporan tres nuevas actividades declaradas esenciales por su importancia para la economía del país. Después de largas negociaciones con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la industria automotriz, el principal ingreso de divisas para México, encendió motores para un arranque paulatino que la mantiene operando al 35% de su capacidad, en promedio. 

La relevancia de la incorporación de este sector radica en la estrecha relación existente entre fabricantes establecidas en México y armadoras de Estados Unidos, país donde la gran masa crítica de las automotrices arrancó actividad el pasado 18 de mayo, para lo cual demandaba insumos mexicanos.

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Adicionalmente, la proximidad de la entrada en vigor del T-MEC –prevista para el 1° de julio– ponía especial énfasis en la fortaleza de la cadena de suministro del bloque de Norteamérica.  

En abril pasado se comercializaron 34,903 autos nuevos en el país, 64.5% menos respecto a igual mes de 2019, y en marzo la caída anual fue de 25.5 por ciento. La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) estimó un retroceso de 35% anual para 2020 en la comercialización de unidades nuevas.

Dado que México exporta el 90% de su producción de vehículos, y cerca del 80% se dirige hacia Estados Unidos, apremia voltear hacia la principal economía del mundo.

Alik García, analista de Intercam Grupo Financiero, prevé la comercialización de 12.76 millones de unidades para este 2020, es decir, una baja anual de 27 por ciento.  

El experto expone que la baja en el empleo reportada por el principal socio comercial de México, la competencia en el mercado de autos usados y la preferencia de los consumidores estadounidenses por unidades pick- up y SUVs, serán los factores que influirán en una baja de los vehículos ligeros. 

En este contexto, Alik García prevé que la industria automotriz en México producirá dos millones 232,397 unidades este año y exportará dos millones 44,653 vehículos, desempeño que indica caídas de 40.5 y 38.7% respectivamente, respecto a los resultados de 2019, año que ya mostraba una desaceleración para la industria. El panorama interno y externo dista de ser alentador. 

Similar es el escenario para la industria de tractocamiones, en la que México es líder en exportación y en la producción de vehículos pesados.

Entre enero y marzo, la producción de vehículos pesados descendió 24.1% respecto a igual trimestre de 2019, mientras que las exportaciones retrocedieron 20.8 por ciento, de acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT).

Construcción, en busca de cimientos fuertes para la economía

En marzo, la industria de la construcción acumuló 20 meses de caídas anuales en su actividad. En un ambiente de debilidad, esta industria enfrenta los embates de la pandemia, que hasta el pasado 20 de mayo provocó la muerte de 6,090 mexicanos, de acuerdo con la Secretaría de Salud.  

Eduardo Ramírez, Presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), expuso que el sector enfrenta problemas de fondo que requieren, en primer lugar, mayores recursos públicos para atraer la participación de la iniciativa privada, así como políticas públicas dirigidas a la formalización de las empresas. 

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La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que los países de América Latina y el Caribe deben asignar entre 5 y 8% de su PIB a obra pública, mientras que México no ha destinado más de 2.5% en los últimos años, lamentó. 

La fórmula en el gasto programable se mantiene igual, y esto es preocupante; lo hemos señalado a los diputados y pareciera que el tema de infraestructura, de inversión en el país, no es tan relevante, pese a que genera muchas oportunidades de empleo”.

Eduardo Ramírez Leal, presidente de la CMIC.

Adicional a agilizar la aplicación de recursos públicos, empresas del sector propusieron que se les otorgue apoyo financiero ágil y oportuno para evitar más cierres de compañías debido a la crisis. Hasta abril, la CMIC registró la desaparición de 3,000 unidades económicas dedicadas a la construcción.

Entre sus solicitudes al Gobierno están flexibilizar los esquemas de participación público-privada, mayor transparencia en las licitaciones y mejorar la distribución de la inversión pública, ya que el 81.5% de los recursos está destinado a solo cinco estados del país.

Ante la posibilidad de que el PIB de México retroceda 8% este año, la construcción es el subsector de las actividades secundarias que tendrá la mayor caída anual, calculada en 20.6 por ciento, afectada principalmente por la falta de inversión, estimó Banco BASE.    

La minería quiere dar brillo a la economía

Además de esencial, la minería es una de las actividades productivas más reguladas y gravadas en México. Las expectativas de crecimiento para esta actividad, que en 2019 atrajo 1,824.2 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa (IED), una fuerte caída de 9.4 por ciento, según los estimados de Siller Pagaza. 

Durante la emergencia sanitaria, las empresas mineras de carbón se mantuvieron operando, debido a que el Gobierno federal las declaró esenciales; sin embargo, las productoras están en espera de que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) reanude la compra de ese mineral para la operación de las carboeléctricas. 

A partir de la segunda mitad de mayo, el resto de la actividad minera, aquélla encargada de proveer a los sectores automotor, siderúrgico, de la construcción y energético, entre otros, echó a andar su maquinaria para abastecer a las industrias y minimizar los riesgos de que se rompan las cadenas de suministro. 

Pese al panorama poco alentador, la garantía de que estas tres actividades esenciales se mantendrán activas en lo que resta del año, impulsa la demanda de los servicios de transporte de carga.

De acuerdo con la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar), hasta el pasado 20 de mayo 46.6% de su parque vehicular estaba parado, como efecto de la parálisis temporal de actividades productivas en la economía. 

Importancia de la industria automotriz, la construcción y minería en la economía de México.