La emergencia sanitaria derivada de la pandemia por COVID-19 se ha prolongado en México por más de tres meses, y ha obligado a empresas de diferentes tamaños y sectores a hacer recortes de personal o a cerrar definitivamente.

De acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), entre marzo y mayo, más de un millón de personas se quedaron sin empleo, cifra atribuida al freno de la actividad económica en el país.

A detalle, en el quinto mes del año se perdieron 344,526 puestos de trabajo que, sumados a los 555,247 reportados en abril y los 130,593 de marzo, alcanzan un total de un millón 30,336 plazas recortadas.

El propio Presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció estas cifras; sin embargo, señaló que la tasa de desempleo tocaría su nivel más crítico en junio, y pronosticó que a partir de julio y hasta finales de año se van a recuperar: “Va a ser un efecto ‘V’, es decir, nos caímos y vamos de nuevo”, señaló.

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Y aunque el Ejecutivo federal insiste en su promesa de crear dos millones de plazas laborales este 2020, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), alertó que el daño ya está hecho y que la emergencia sanitaria implicó la pérdida de plazas, equivalente a las generadas en todo 2018 y 2019.

Respecto al Producto Interno Bruto (PIB) nacional, el Banco de México (Banxico) estima que este 2020 reporte una caída de hasta el 8.8 por ciento, derivada de las condiciones creadas por la pandemia del COVID-19.

Otros pronósticos son igual de desalentadores: el Fondo Monetario Internacional (FMI) apuntó a una caída del 10.5 por ciento, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que sea del 6% y la firma estadounidense JP Morgan auguró que el descenso sea del 10.5 por ciento.

La estadística es alarmante, considerando que el desempleo y la falta de desarrollo económico son detonantes para que la población se vincule a actividades criminales, aunque no son elementos suficientes y no tienen efecto inmediato en la cantidad de robos.

En materia de autotransporte, Raúl Sapién Santos, Presidente del Consejo Nacional de Seguridad Privada (CNSP), consideró que el desempleo y la falta de oportunidades laborales por la crisis económica desatada por la pandemia, serán otros motivantes para el robo al autotransporte de carga.

¿Qué dice la experiencia?

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), documentada desde el primer trimestre de 2005, reportaba en ese entonces un millón 658,771 personas desempleadas, siendo la cuarta menor cifra desde que tiene este registro. A la par, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) contabilizó solo 87 robos al autotransporte.

Llama la atención que ambas estadísticas encontraron su punto más bajo durante los últimos tres meses de ese año, siendo de un millón 381,816 desempleados y 20 denuncias de este delito: bajas del 16.7 y 77 por ciento, respectivamente, comparado con el inicio de 2005.

De acuerdo con Banxico, ese año el PIB nacional creció 3 por ciento, el desarrollo de la economía se vio beneficiado por el favorable clima de los negocios y el índice de confianza de los consumidores, así como por la mejoría de la producción manufacturera hacia el segundo semestre, originada en buena medida por un avance del sector automotor.

Este organismo incluso destacó el incremento en el número de trabajadores inscritos en el IMSS, el cual fue mayor en los sectores de servicios y de construcción, así como una notable reducción en la tasa de desocupación a nivel nacional.

Posteriormente, en 2006 y 2007, las cifras de desempleo y robo al autotransporte permanecieron con altibajos. La tasa de desocupación a nivel nacional se mantuvo en promedio en un nivel muy cercano al observado en 2005. Mientras que, en materia delincuencial, se reportaron constantes incrementos en la incidencia que, sin embargo, no superaron las 100 denuncias al trimestre.

No obstante, para 2008, los problemas en los mercados internacionales eran la primera señal de una crisis que, sin duda, también impactó a México. Durante los primeros tres trimestres del año, la economía se fue desacelerando como respuesta al gradual deterioro de la demanda externa, lo cual influyó en el dinamismo del PIB y lo condujo a una tasa de crecimiento negativa hacia finales de ese año. En materia de desempleo, entre el segundo y tercer trimestre de 2008 registró un ascenso del 19.97 por ciento.

El robo al autotransporte de carga, por su parte, incrementó su incidencia durante el último trimestre del año, con un aumento del 54.35 por ciento, de acuerdo con el SESNSP. 

Para 2009, el entorno internacional llevó a México a enfrentar pérdidas importantes en la demanda de exportaciones manufactureras; a su vez, el brote de influenza A-H1N1 fue un factor adicional que acentuó la caída en los niveles de actividad durante el segundo trimestre del año.

De hecho, respecto al tema laboral, entre julio y septiembre de ese año se tuvo la cifra más alta de desempleo al trimestre de la que el INEGI tiene registro: dos millones 560,088 personas, un aumento del 23.47% frente a los tres meses anteriores y del 54.86% comparado con el mismo periodo de 2008.

Esta misma tendencia mostró la incidencia delictiva en el transporte carga, la cual, para el periodo conformado por abril, mayo y junio de 2008, superó las 100 denuncias: un ascenso del 35.56% entre un trimestre y otro y del 114.04% en el comparativo interanual.

Asimismo, el Banco de México informó que, en ese año, los niveles de actividad productiva del país redujeron el PIB en 6.5% anual, lo cual es comparable con la contracción registrada durante la crisis de 1995 (6.2%).

Para 2010, México consolidó el proceso de reactivación económica. La recuperación de los niveles de producción fue consecuencia del crecimiento exhibido por la actividad mundial, en particular, en Estados Unidos y, para el cierre del año, el PIB nacional se recuperó 5.5 por ciento.

En cuanto a la ocupación laboral, durante los primeros tres trimestres rondó los dos millones 500,000 desempleados, tendencia que prevaleció en 2011. Al final de ambos años se reportó un pico que, sin embargo, no alcanzó la cifra más roja de 2009.

En contraste, el robo al autotransporte mantuvo una curva ascendente desde la crisis, la cual superó finalmente las 200 denuncias entre julio y septiembre de 2010.

No fue sino hasta 2013 que los tres rubros enfrentaron una nueva crisis. El PIB en ese año aumentó solo 1.2% anual, mientras que el desempleo alcanzó a dos millones 725,186 trabajadores. Los actos delincuenciales contra el autotransporte registraron nuevos picos al inicio del año, cuando rondaron las 200 denuncias en los primeros dos trimestres.

Hacia 2015, mientras el desempleo disminuía y el PIB superaba el 2% de incremento anual, las cifras del SESNSP reportaron un disparo en la incidencia delictiva; aunque esta estadística refleja el cambio en la metodología de registro, pues los casos pasaron de 220 a 1,717 de un trimestre a otro. No obstante, ese año este delito mostró una tendencia a la baja, evidenciando la estabilidad económica y de ocupación que el país presentó a finales de 2014.

Es en 2016 cuando la estadística de desempleo e inseguridad se separa, pues el primero logró bajar a menos de dos millones de personas desde el último trimestre de ese año hasta el arranque de 2019.

El robo a transportistas, por el contrario, hiló nueve trimestres de incrementos. Finalmente, en 2018 llegó a su punto más álgido, alcanzando los 3,615 casos en un trimestre.

En el ámbito laboral, 2019 llegó con cifras negativas, pues para el segundo y tercer trimestre del año se volvió a rebasar la cantidad de dos millones de desempleados.

Por otro lado, la inestabilidad en los mercados internacionales, derivada de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, terminó golpeando a México, que reportó una pérdida del 0.1% del PIB anual, la cual se acentuó aún más al arranque del año, ya que Banxico reportó una caída del 2.4% en el primer trimestre del año.

Respecto al robo al autotransporte, si bien la estadística ya suma cinco trimestres a la baja y cifras particularmente buenas en abril y mayo, el propio sector ha reconocido que las restricciones a las industrias no esenciales derivaron en una disminución en la demanda, lo que significa menos vehículos en carretera. No obstante, ha expresado su preocupación de que la crisis económica y el desempleo traigan consigo un aumento en la actividad delincuencial, como ha ocurrido en otros momentos críticos en el país.