Aunque Brian Antonio García Muñoz tenía la ilusión de los tractocamiones desde que era niño, tuvo que esperar mucho tiempo su oportunidad para conseguir lo que él considera un sueño hecho realidad: ser un operador de quinta rueda profesional.
Y es que recuerda que en la infancia, el padre de sus primos era trailero y siempre les traía camiones a escala para jugar, de tal manera que Brian lo veía como un anhelo y desde ahí se le metió el gusanito de la manejada, pero el tiempo pasó y se ocupó en otras cosas.
Fue a la escuela, se casó, tuvo a su primera hija y empezó a trabajar en unos invernaderos de jitomate con su hermano mayor, allá en Chignahuapan, Puebla. Pero la cosquillita del volante nunca se fue del todo y acordaron que mejor continuara en busca de su sueño.
Vio una convocatoria de TUM para jóvenes interesados en ser operadores. Se postuló, envió sus papeles y otra vez tuvo que esperar. Le dijo a otro de sus hermanos que se animara y ambos participaron.
Más o menos tres meses después les llamaron para invitarlos a una junta presencial, en la que les harían unas pruebas y entrevistas para ver si cumplían con el perfil.
Acudieron y después tuvieron que esperar otros cuatro meses, hasta que les llegó el kit de bienvenida a sus casas. Ambos ahora serían colegas operadores.
Así fue como Brian “El Gordito” García cumplió su sueño, pero éste apenas empezaba, pues tuvo que pasar por una capacitación de nueve meses, más tres de pruebas ya en carretera.
Pero fue sin duda una gran etapa para él, ya que su única experiencia era manejando un viejo torton allá en los jitomates, pero sin licencia ni conocimientos al volante. Ahora ya estaba listo.
Cuatro años estuvo aprendiendo y sintiéndose el mejor operador del mundo, pero era muy joven, con unos 26 ó 27 años, hasta que la falta de descanso y el trabajo excesivo lo llevaron a un accidente que casi no libra. El tractocamión se le volteó allá en el norte.
Eso le creó otra conciencia sobre la vida misma, la familia, su hija, su esposa, su hogar, así que mejor cambió de empresa y se empleó en el Estado de México para hacer viajes locales.
Otros tres años ganando experiencia para el siguiente paso: siempre quiso ser operador para una de las grandes empresas del Bajío, y sabía que no sería fácil, pues además necesitaba más tablas.
Pero ahora con siete años al volante, ya pudo pedir trabajo en Tracusa La ruta del Sol, donde actualmente trabaja y sabe que lo difícil no ha sido llegar, sino mantenerse aquí durante mucho tiempo, en las mejores condiciones posibles.
Y ahora ya tiene dos hijas: una de diez y otra de cinco años de edad. A las dos les gusta el tractocamión, pero más a la pequeña, sin embargo, para Brian, la creciente inseguridad carretera es motivo suficiente para no alimentar esa esperanza en sus hijas. No quiere que pasen estos riesgos.
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Mientras, él sigue disfrutando su pasión en su tractocamión, pues esto es lo que realmente le gusta: el tractocamión, la carretera, los paisajes, la convivencia con los colegas, el convoy, la música como antídoto para la soledad y, lo más importante, gana el suficiente dinero para proveer una buena calidad de vida a su familia.
Las extraña cuando anda en carretera demasiados días, pero de igual forma cada que vuelve las disfruta y las ama más, pues todo esto lo hace sí por él, pero seguramente más por ellas.
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