El 2020 transcurrió con la pandemia de la COVID-19 a cuestas, la economía del país ingresó a un coma inducido del que aún no se sobrepone, y cuando la indicación es quedarse en casa, sectores de la población han enfrenado los riesgos y han salido todos los días a trabajar. 

Los transportistas son parte de esa población para quienes el “quédate en casa” no aplica, pues tienen la misión de que nada falte en hospitales, industrias y los hogares de los mexicanos, así como de trasladar al pasaje hacia sus centros de trabajo o junto a sus seres queridos. 

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Los transportistas han aprendido en el camino a cuidarse de los contagios por SARS-CoV-2. Sin duda, la pandemia llegó para revalorar el transporte de carga y pasaje en la actividad económica y vida diaria de la población. 

“La industria del transporte fue la primera que adoptó los protocolos necesarios para no parar, y tuvo que aprender sin detenerse”, sostuvo en entrevista para TyT, Felipe de Javier Peña, presidente de la Comisión de Transporte de la confederación de Cámaras Industriales (Concamin). 

Evaluó que, junto con los sectores calificados como prioritarios para atender la pandemia, el transporte de carga aprendió de la mano con las autoridades sanitarias del país para impedir una parálisis total de la economía y mantener el abasto de medicamentos, alimentos y productos básicos. 

Del lado de la industria, Miguel Elizalde Lizarraga, presidente Ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), expuso que la pandemia dejó claro que los transportistas “están al pie de la batalla” atendiendo la emergencia, y por ello se debe trabajar en tener “una cadena de logística y movilidad más eficientes”. 

En este contexto, insistió en que los gobiernos generen herramientas, como incentivos y financiamiento a bajo costo o competitivo, para que los transportistas accedan a vehículos de carga más modernos, que impacten a sus empresas con menores costos y más beneficios, a esto se suma también los efectos positivos en el medio ambiente. 

En octubre pasado, Mario Alberto Villa, subdirector de Prevención de Riesgos de Quálitas, expuso que el lapso más complejo para el autotransporte de carga por efectos de la pandemia se vivió entre mayo y junio, pues varios sitios como comedores, regaderas y restaurantes al servicio de los operadores tuvieron que cerrar. 

A esto, expuso, se sumó el temor de los transportistas de adquirir el virus al viajar a otros estados lejanos a su residencia o con alta incidencia de contagios, pese a cumplir con todos los lineamientos sanitarios vigentes hasta la fecha. 

Emocionalmente, los operadores sentían que se estaban exponiendo más al riesgo, y hubo situaciones de ‘cómo voy a ir a la Ciudad de México, si está en semáforo rojo, cómo voy, no conozco gente’”

Mario Alberto Villa, subdirector de Prevención de Riesgos de Quálitas.

Sin embargo, con el paso del tiempo y la experiencia adquirida descendió el temor entre los operadores. Por ello, instó a las empresas a incrementar su sensibilidad para cuidar de sus trabajadores en un contexto de incertidumbre. 

“No debemos bajar la guardia, y creo que las empresas de transporte también deben tener la sensibilidad de cuidar a sus operadores, que no se enfermen”, evaluó el experto. 

Los transportistas no solo están expuestos a los riesgos sanitarios propios de la pandemia durante su misión de que nada falte en los supermercados, hospitales e industrias, pues los delincuentes tampoco se encerraron en casa, mientras que la toma de casetas y bloqueos se hicieron más constantes. 

A esto se suma la baja en la demanda, acarreada por la crisis económica, con el paro de actividades el autotransporte vio caer — en el momento más álgido— hasta en 75% la demanda de sus servicios, de acuerdo con información de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar). 

Empresarios vieron su flota trabajar a 35% de su capacidad, enfrentaron la falta de liquidez y los compromisos financieros con sus colaboradores y proveedores e incluso, con la banca comercial. Todo sin incentivos extraordinarios. 

Al respecto, Enrique González, presidente de Canacar, expuso en agosto pasado que los transportistas han aprendido a cómo adecuarse y aceptar los cambios en el mundo para ser más productivos y en muchos casos, para subsistir. 

Tenemos un panorama claro, tenemos que seguir unidos, tenemos que escuchar y tener muy bien planteados los escenarios a los que nos vamos a enfrentar para que nuestra toma de decisiones sea siempre la mejor”. 

Enrique González, presidente de Canacar.

Así es como la pandemia llegó para mostrar la resiliencia de los transportistas, y a hacer evidente que sin transporte de carga y pasaje, la fuerza laboral de México, los insumos, fármacos, alimentos y productos básicos no se mueven.