Con funcionarios que han reconocido que el número de muertos en el país probablemente sea significativamente más alto que los datos oficiales, debido a las pruebas limitadas, y la minimización repetida de la amenaza del coronavirus por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador, México se coloca como el peor país para vivir en la era de la pandemia, según el Ranking de Resiliencia de COVID de Bloomberg.

Dicho ranking puntuó economías de más de 200,000 millones en 10 métricas clave: desde el crecimiento en los casos de virus hasta la tasa de mortalidad general, la disponibilidad de pruebas y los acuerdos de suministro de vacunas que cada país ha forjado, la capacidad del sistema de salud, el impacto de las restricciones relacionadas con virus y la libertad de circulación de los ciudadanos. Todo ello entorno a una pregunta: ¿dónde se ha manejado el virus de manera más efectiva con la menor cantidad de interrupciones para los negocios y la sociedad?

Entre los 53 países evaluados, México se colocó en última posición, ya que, argumenta el estudio de Bloomberg, la última tasa de pruebas positivas en el país es de un significativo 62 por ciento, lo que sugiere que la infección no detectada está muy extendida.

“El enfoque de liderazgo «arrogante», más la falta de redes de seguridad social y sistemas de salud pública sólidos, han empeorado la crisis”, comenta Cynthia Arnson, Directora del Programa Latinoamericano del Centro de Estudios Wilson Center de Washington D.C., citada en este reporte.

El análisis de la compañía estadounidense de asesoría financiera agrega que México tiene el 37.6% de calificación en adaptación a la pandemia, un índice de 113 casos al mes por cada 100,000 habitantes y un fatalidad del 8.6% al mes, ésta última es la más alta entre los 53 países evaluados.

Por otro lado, y pese a los convenios ya establecidos por el Gobierno federal para la distribución de vacunas y la participación en pruebas de éstas, Bloomberg señala que México tiene un índice del 3% en acceso a vacunas.

Arnson agrega que Latinoamérica no cuenta con ventajas de las grandes economías que ya  han mejorado su disponibilidad de pruebas y de servicios médicos.

Además, de que se trata de la región más urbanizada del mundo y gran parte de la población vive en condiciones de hacinamiento, donde el distanciamiento social es difícil. El cuadro lo complementan la alta proporción de personas que dependen del trabajo informal y los salarios diarios, lo que significa que pocos están dispuestos a quedarse en casa.

“Las grandes disparidades entre la atención médica pública y privada han alcanzado a la región, al igual que otras formas de desigualdad, incluida la educación”, dijo Cynthia Arnson.

En contraste, Nueva Zelanda encabeza el ranking gracias a una acción rápida y decisiva. ¿Qué fue lo que hizo? La pequeña nación insular implementó restricciones antes de que ocurriera una sola muerte relacionada con COVID-19, cerrando sus fronteras a pesar de la fuerte dependencia de la economía del turismo; a eso se le sumó que el Gobierno de ese país invirtió recursos en pruebas, rastreo de contactos y una cuarentena centralizada para acabar con la transmisión local.

El resultado, hoy los neozelandeses viven básicamente en un mundo sin COVID-19 y la nación está bien posicionada para una vacuna con dos acuerdos de suministro, incluido uno para la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech.

Bloomberg aclara que este ranking cambiará a medida que los países cambien sus estrategias y la por una vacuna viable se intensifique. Sin embargo, es probable que la brecha que se ha abierto entre las economías perdure, con consecuencias potencialmente duraderas en el mundo post-Covid.

Leer: Preocupa capacidad para distribuir vacuna contra el COVID-19: IMEF