Con un consumo mensual de 600,000 litros de diésel, la Línea 1 del Metrobús de la Ciudad de México, requiere un suministro constante y de proveedores certificados; por ello, Grupo CISA, el operador de esta línea, automatizó el control del inventario y la carga de diésel, de los 110 autobuses asignados.
En un comunicado, Grupo CISA detalló que, desde la última semana de junio de este año, automatizó el proceso que agiliza el proceso y permite un considerable ahorro de tiempo.
El cambio en los despachadores ubicados en el Patio Norte (sitio de resguardo y mantenimiento de las unidades) se hizo bajo la supervisión de la Gerencia de Energéticos del grupo empresarial, a cargo de Sergio Martínez, de quien depende que el abasto, inventario y despacho de todos los energéticos se mantenga dentro de la norma, pues de lo contrario se incurriría en faltas fiscales y se perderían cientos de millones de pesos por la afectación de los inyectores, bombas de diésel y otros componentes de los autobuses, lo que incrementaría el número diario de desincorporaciones por reparaciones.
Sergio Martínez explicó que, sólo en las 110 unidades asignadas a la Línea 1, se gastan 600,000 litros mensuales de diésel, en tanto que la inversión anual de combustible para las 1,120 unidades de transporte público urbano que opera el grupo a nivel nacional, (además de la Ciudad de México tiene presencia en Hermosillo, Monterrey, Puebla y Querétaro) rebasa los 800 millones de pesos.
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Uno de cada tres proveedores son rechazados
Martínez detalló que Grupo CISA recibe pipas desde 20,000 litros, hasta autotanques de 62,000 litros, volumen que requiere una supervisión especial, por lo que la principal tarea de la Gerencia de Energéticos consiste en verificar tanto la licitud, como la calidad del producto.
Para la primera encomienda es necesario detectar su trazabilidad, es decir su origen y diferentes etapas en la elaboración y distribución, por lo que se analiza toda la documentación que lo avala, con el fin de verificar su procedencia.
«Una de cada tres propuestas para el abastecimiento se rechaza, porque viene de proveedores o sitios de dudosa procedencia, sin que se pueda determinar su origen. Algunos elementos que generan sospecha son recibir documentación susceptible de falsificación, así como algún elemento en el seguimiento del combustible que no cuadre con los estándares habituales», explicó el directivo.
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“El segundo elemento se refiere a las características del producto: cristalino (de un color entre verde y ámbar), translúcido, consistente (qué tan ligero o denso es), con olor a diésel (muy característico ya que el 35% de sus componentes son aromáticos), sin partículas suspendidas, aditivos o algún fluido extraño, entre otras características». En este caso, si se percibe con una coloración extraña, turbia, sucia, color opaco, partículas suspendidas, agua, exceso de azufre, el combustible se rechaza.
Sergio Martínez indicó que el personal de todos los patios del país está capacitado tanto para llevar a cabo un protocolo de recepción (antes de la descarga se saca una muestra, se hace una inspección visual, olfativa y de densidad), así como un análisis mensual del producto, donde se verifica que cumpla con menos de 15 partículas por millón de azufre y esté dentro de los parámetros de flash point o punto de inflamación (temperatura más baja a la cual un líquido desprende vapores suficientes para formar una mezcla inflamable a la compresión) y el número óptimo de cetanos por carga (que permite al combustible encender con mayor rapidez para mejorar la eficiencia del motor y reducir emisiones contaminantes), lo que determina continuar la relación comercial con el proveedor.
Por último, el Gerente de Energéticos adelantó que, en las próximas semanas, Grupo CISA adquirirá equipo de alta tecnología para analizar la calidad química del diésel, servicio que en la actualidad se subcontrata.
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