Sobre todo con la pandemia, cada vez es más común que las empresas opten por tercerizar algunos servicios, como los relacionados a la logística y a la distribución, pues las alianzas estratégicas han demostrado ser grandes aliados para los negocios. 

Sin embargo, delegar ciertos aspectos cruciales en la cadena de suministros representa riesgos que podrían ser identificados y, de ser necesario, solventados, a fin de no comprometer la oferta de las compañías. 

Es por eso que se requiere una estrategia que permita a las empresas seleccionar, aprobar y gestionar los riesgos asociados con terceros y hasta cuartos proveedores que participan en la entrega de productos y servicios. 

De acuerdo con un estudio de KPMG México llamado “Gestión de riesgos de terceros; identifique al eslabón más débil”, resulta evidente que desarrollar e implementar una estrategia continua y consistente representa un gran desafío para las empresas. 

Es por eso que tercerizar servicios puede resultar positivo, sobre todo en términos de estrategia y rendimientos, implica una gran cantidad de riesgos, tanto económicos como operativos o, incluso, de reputación, que pudieran afectar negativamente el valor de una marca. 

Bajo este escenario, el estudio de KPMG México resaltar 10 grandes riesgos asociados con tercerizar algunos servicios:

  1. Riesgo regulatorio y de cumplimiento: aquel relacionado con requerimientos de ley y supervisión del regulador.
  2. Riesgo estratégico: relativo a la tercerización, propiedad intelectual, fusiones y adquisiciones.
  3. Riesgo de subcontratación: aplicable a todas las áreas de riesgo que recurran a dicho modelo.
  4. Riesgo de concentración: cuando un tercero mantiene una porción importante de la carga de trabajo crítica de la empresa.
  5. Riesgo cibernético: seguridad de la información y privacidad de datos compartidos con terceros.
  6. Riesgo país: asociado a la estabilidad geopolítica del origen del tercero.
  7. Viabilidad financiera: indicadores financieros del tercero.
  8. Riesgo operacional y de suministro: continuidad del negocio; fuerza y velocidad del tercero para recuperarse de afectaciones.
  9. Riesgo reputacional: daño a la marca debido al deterioro de la opinión pública por la materialización de algún evento negativo.
  10. Riesgo legal: términos y condiciones contractuales o demandas por incumplimiento.

Ante estos riesgos, las empresas suelen enfrentar escándalos públicos y casos de corrupción de manera reactiva, es decir, sin prevenir la problemática y sus consecuencias.

El estudio de KPMG México, la mayoría de las organizaciones en todo el mundo ha sufrido disrupciones debido a algún tercero: 73% ha enfrentado por lo menos una disrupción mayor atribuible directamente a un tercero, mientras que 38% llegó a padecer hasta tres o más eventos disruptivos en los últimos tres años. 

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Casi todos los fraudes o eventos de riesgo que involucran a terceros incluyen a empleados de la empresa que se benefician de la operación, aunque la negligencia y carencia de controles puedan ser determinantes.

“Estos delitos suelen ocurrir cuando se ofrecen ventajas económicas a cambio de ganar una licitación o contrato de interés para alguno de los negociadores. De ahí la importancia de implementar una estrategia integral de prevención”, señala el documento. 

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