María Daniela Cruz Pérez, «Danny Race», es originaria de la Ciudad de México. Su padre y su abuelo fueron operadores de autotransporte, lo que representó una gran influencia para ella, pues desde que recuerda, siempre le han gustado mucho los vehículos, en cualquier configuración: vochos, motos, camiones, buses, de todo.

Y aunque a ella le hubiera gustado ser piloto aviador, las circunstancias no lo permitieron, pero, aun así, nunca se rindió y su vida ha estado siempre cerca de la industria automotriz: primero como aficionada a la modificación de vehículos, y después del lado mecánico: arreglando prácticamente todo lo que tenga en las manos, desde un sedán hasta un tractocamión. 

Desde niña siempre le gustaron los vehículos a escala, a control remoto, las bicicletas y hasta el futbol; todos esos juegos tradicionalmente “de niños” y nunca prefirió muñecas, ni vestidos ni historias rosas del príncipe azul. Con que tuviera ruedas y pudiera avanzar, eso a ella le bastaba.

Su primer acercamiento fue con clubes de autos modificados, pues desde niña quería tener su propio coche “tuneado”. Lo que sabía se lo debía a la experiencia de haber ido con su padre a algunos viajes, en los que lo acompañó para entender y valorar lo difícil que era ganar dinero. Le entraba a todo, y le gustaba; hasta recuerda lo rico que le sabía la comida que se compraba con lo que le habían pagado. 

Una vez que ya estaba en edad de elegir un oficio o una profesión, se decantó por la mecánica, ya que sería una de las mejores maneras para estar cerca de los vehículos, y no sólo eso, sino conocerlos desde otro punto de vista y hacer algo importante para que siguieran circulando. 

Danny Race trabajó para talleres, agencias y hasta para escuderías profesionales, y en ninguna faltó quien le dijera que no podría con este trabajo porque era mujer, porque era muy joven, hasta porque era demasiado “delgada y débil”. Aunque no fuera así, eso fue lo menos grave, ya que en todos los lugares en los que trabajó también hubo acoso, desde el que se disfraza con piropos hasta los que son más directos y proponen encuentros de otra naturaleza. 

“Lo peor era que cuando alguien me invitaba a salir y yo me negaba, después se ponía en mi contra y me hacía la vida imposible; eso me pasó más de una vez, y tuve que reponerme porque en realidad yo estaba en esos lugares porque quería aprender, y no es fácil siendo mujer, y mucho menos cuando eres la única en medio de tantos hombres”, afirmó. 

En entrevista para TyT, Danny “Race” señaló que en el mundo de la mecánica automotriz y sobre todo diésel, hay pocas mujeres, pero no necesariamente por falta de oportunidades, sino por falta de interés, ya que a muchas mujeres no les gusta andar engrasadas, con la ropa o el uniforme sucios, o estar oliendo a taller todo el tiempo.

No basta con que te guste, agrega, tiene que apasionarte. Y es por eso que Daniela Cruz siempre tuvo claro que su vida estaría llena de velocidad, adrenalina, mecánica, aerodinámica y muchas aventuras.

 En este camino, además de su empleo actual en Cancún, tiene un pequeño taller en su patio, y es justo ahí donde ya se cocina el siguiente plan.

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Uno de sus grandes proyectos de vida es compartir gran parte de lo que sabe con otras mujeres, pues es cierto que existen aquéllas que quieren participar, pero no saben cómo. Las redes sociales, en este sentido, suponen un gran gancho para unirlas con el mercado, el sector y la industria. 

Por último, envía un mensaje para que sean ellas, las mujeres, las responsables de generar un cambio importante en el sector, pues en muchas ocasiones pasa lo contrario: en lugar de apoyarse se meten el pie y se generan envidias, competencias y deslealtades. “El cambio tiene que ser nuestro, real y de fondo”, finalizó. 

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