La familia de Gabriel León se dedicaba a la producción de pulque y tenía negocios de carnicería. Ahí creció y aunque le sabía a las dos, no le gustaba trabajar con eso, y por eso siempre decía que él se dedicaría a otra cosa. Y esa otra cosa se convirtió en Autotransportes Express León.

Apenas tenía 17 ó 18 años cuando la rebeldía lo llevó a decirle a su padre que ya no quería trabajar para él, que quería ser transportista. Al principio, el papá no estuvo de acuerdo pero igual lo dejó, pues creyó que en cuestión de dos o tres meses regresaría arrepentido. 

Su padre tenía una camioneta de esas de tres y media y Gabriel la tomó sin permiso para ponerla a trabajar. Cuando se dio cuenta, éste le reclamó, pero el futuro transportista insistió, le pidió tres meses, para demostrar que sí podía. De lo contrario, le regresaba la camioneta y también él volvería a los negocios de la familia. 

Hoy, una de sus hijas, Arizai, explica que algo que le heredó a su padre, Gabriel León, fue la tenacidad, pues nunca se rinden. Y más cuando están a prueba. Así fue en aquellos años y el fundador de Autotransportes Express León se aferró a esos tres meses como si se le fuera la vida. 

Apenas superó el periodo de prueba acordó con su padre que le pagaría una renta por el vehículo mientras juntaba para comprarse una. Y así estuvo varios meses al principio, todavía en la primera juventud, pero con la vida y el hambre de éxito por delante. 

Hasta que pasaron dos años pudo comprarse una camioneta con el dinero generado por la de su padre. Aunque ésta no era nueva, su hija lo dice mejor: “no importaba que fuera viejita, era nueva para él”. 

Y desde siempre, desde antes, de esos días, Gabriel León fue muy dedicado y cuidadoso con sus vehículos, no sólo los que usaba él a nivel personal sino con su flota, siempre limpios, presentables y mecánicamente sin un solo dolor. 

Otros dos años después se compró “El Vengador”, su primer camión, al que nombró así porque significaba su revancha con quienes habían dudado que él sería transportista. 

Ya a la tercera pudo comprarse un vehículo nuevo. Fue igual una camioneta, pero ahora ya tenía para ir a la agencia y pedir la que más le gustara. Aunque amigos y familiares habían intentado conseguir financiamiento, fue Gabriel, con su tenacidad, quien al fin lo logró. 

Y asi fue creciendo su flota, entre vehículos nuevos y seminuevos, pero todavía tenía una espinita que nomás no se podía quitar, y era sacar un camión Kenworth de agencia. Y eso sucedió en el año 2002, cuando compró un rabón KW totalmente nuevo. 

Desde el inicio él y su esposa se hicieron cargo de la empresa y sus hijos estuvieron ahí también desde siempre, y ya con el tiempo fueron aprendiendo un poco del negocio, ayudando, yendo y viniendo. Atendiendo el negocio familiar. 

Y el golpe más duro de la empresa fue en 2012 cuando falleció el fundador de Autotransportes Express León. Además de la pérdida afectiva, para su viuda y sus hijos fue un duro golpe familiar y empresarial, ya que surgieron distintos problemas en torno a las funciones de la compañía, ya que también surgieron temas con los hermanos Gabriel. 

Para su esposa y sus hijos no fue fácil, pero justo antes de tirar la toalla, también por tenacidad, todos unieron esfuerzos y reestructuraron la compañía. 

Hubo despidos, recortes y un cambio drástico en la operación y en la administración. Casi se van a la quiebra, pero al final, con trabajo y unidad, pudieron sacarla adelante. 

Te recomendamos: Nexos de Puebla: la empresa que ya tenía todo… menos camiones

Y así llegaron hasta estos días en los que ni la pandemia ni la inseguridad han podido doblegar los esfuerzos de la familia, que siguen honrando a aquel joven rebelde que creyó en Autotransportes Express León.