México sigue carente de infraestructura de almacenamiento de petrolíferos y se ha quedado atrás en materia energética, consideró Rosanety Barrios, experta en energía y finanzas.

De acuerdo con la especialista, la infraestructura para el almacenamiento de hidrocarburos y petrolíferos que construyó Pemex se creó pensando en una relación armónica con las seis refinerías en el país. 

Sin embargo, el escenario cambió cuando las refinerías bajaron su producción, Pemex comenzó a importar y más tarde se abrió el mercado de combustibles a competidores nacionales e internacionales. 

Las terminales e instalaciones (de Pemex) no fueron diseñadas para atender la demanda final, aislado de las operaciones de las refinerías”, explicó Rosanety Barrios en el taller Análisis de la política de almacenamiento, organizado por Onexpo.

Y añadió que lo anterior quedó de manifiesto con la crisis desabasto de enero de 2019, cuando se observó trasvases de barco a pipa.

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“Resultó aberrante. ¿Por qué? Porque no se tienen las características técnicas requeridas de una terminal de ese tipo. No las tuvimos”, añade.

Y la situación se repite en medio de la contingencia sanitaria y ante la reducción de la demanda de combustibles. En el puerto de Tuxpan, por ejemplo, se hace el trasvase directamente del buque a pipas, debido a que no cuentan con la capacidad para almacenar, por lo que se descarga directamente en el vehículo.

La especialista agrega que –independientemente de la decisión del Gobierno federal de evitar la competencia del sector privado con el sector público– México necesita infraestructura nueva para almacenamiento de hidrocarburos y petrolíferos.

El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) señala que, en 17 años, la capacidad de almacenamiento de petrolíferos creció 0.4%, mientras que la demanda de combustibles aumentó 42.3%

De acuerdo con el CIEP, la infraestructura de petrolíferos puede analizarse desde dos áreas: almacenamiento y transporte. 

Actualmente, las 73 Terminales de Almacenamiento y Reparto (TAR) que hay en México suman una capacidad operativa de 11 millones 971 mil 619 barriles, de los cuales, el 76% es transportado por ductos, según datos de la Secretaría de Energía al 2018.

Es sabido que la diversificación tanto de fuentes de energía, como de infraestructura de producción, procesamiento, almacenamiento y distribución de combustibles juegan un papel importante para garantizar el abasto de energía a la población.

Las TAR están distribuidas en diversas regiones del país, cuestión que determina el tipo de suministro que las alimenta, dada la cercanía a las refinerías y la geografía regional.

Por ejemplo, señala el CIEP, las TAR de la zona centro del país –que considera la Ciudad de México, Morelos, Hidalgo, Puebla, Querétaro y Estado de México–, se alimentan en 96.8% por ductos y reciben 83.9% del producto de la refinería de Tula.

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Así, un conflicto en tal refinería o en los ductos que transportan petrolíferos a la zona centro puede afectar seriamente el abasto de dicha región.

Basta recordar la crisis de desabasto en enero de 2019 en al menos 11 entidades del país, luego que el Gobierno federal cerró ductos de combustible como parte de su estrategia contra el robo de combustible.

Esto sugiere que, a mayor diversificación de medios de refinación y de transporte, mayor seguridad energética.