Hace 12 meses, tres poderosos miembros de la actividad industrial –la fabricación de equipo de transporte, la construcción y la minería – reabrían sus puertas para producir en la denominada “era Covid”, con limitaciones en su capacidad de operación, sana distancia, estrictas medidas sanitarias y ante un mundo sacudido por los efectos de la pandemia en la salud de su población, sus economías y cadenas de valor. 

Para el autotransporte de carga la nueva normalidad fue un respiro, luego de que la emergencia sanitaria obligó a parar durante dos meses las actividades no esenciales, que llevaron a transportistas a trabajar a 64% de su capacidad, de acuerdo con la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar). La información disponible muestra que la actividad industrial del país ha tenido un comportamiento desigual. 

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La fabricación de equipo de transporte, maquinaria y equipo, computación y aparatos eléctricos, parte esencial de las industrias más relacionadas con las exportaciones o demanda externa, se convirtió en un combustible importante para la recuperación económica. En contraste, la construcción y la minería mantienen un modesto ritmo de crecimiento. 

Al respecto, José Luis de la Cruz, Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), comenta: “La manufactura de exportación ya manifiesta una recuperación más sólida, mientras que la relacionada al mercado interno es donde se observa el mayor rezago, fundamentalmente en sectores como el textil, el calzado, el vestido y la industria química».

En una parte intermedia, añade, tenemos rubros como las metálicas básicas y la industria del cemento, que como están vinculados al sector de la construcción, tienen claroscuros.

Poderosos chips 

Una mención especial merece la industria automotriz, porque es la principal generadora de divisas para México y por su importancia en el autotransporte. Esta actividad industrial enfrenta el desabasto global de semiconductores, el cual ha llevado a armadoras a ajustar la producción, y se prevé afecte a este rubro al menos durante la primera mitad de este 2021.

La Industria Nacional de Autopartes (INA) informó que, entre enero y abril, esta problemática impidió la fabricación de 768,553 vehículos ligeros en Norteamérica, es decir, el 4.9% de la producción total (15.5 millones de unidades) estimada para la región en el año en curso. 

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El desabasto de insumos y la falta de contenedores en puertos, así como los cortes de energía eléctrica y gas natural son factores que pesan, tanto en la labor de la industria automotriz como en otras actividades productivas que han mermado el desempeño de la manufactura. 

La falta de chips llevó a la INA a reducir su estimado en el valor de su fabricación para este año, de 96,971 millones de dólares, con un crecimiento de 23.6% proyectado en enero, a 93,931 millones o una recuperación de 19.8% anual.

En tanto, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) se ha mostrado más reservada en sus pronósticos, pues espera que la producción recupere su ritmo para la segunda mitad del año. En diciembre previó la manufactura de 3 millones 405,000 unidades para este 2021, con un crecimiento de 12% anual. 

Aire para la actividad industrial 

Con el avance de los estados con semáforo de riesgo epidemiológico hacia el verde y la inmunización de la población —el Gobierno federal estima concluir la vacunación de los mexicanos mayores de 18 años en octubre próximo—, se pronostica un mejor ritmo de recuperación para algunos sectores de la actividad industrial.

Se trata de la industria textil, del calzado, el vestido e incluso del papel, según lo estimó Nayeli Pérez Juárez, miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. 

“El regreso a clases impulsará a la industria textil y del calzado, por la compra de uniformes, así como a la industria del papel, las cuales se vieron tremendamente afectadas por la pandemia”, comparte para TyT.

También estima una mayor actividad para el sector terciario, no solo por el regreso a clases previsto para este mes de junio, sino por la paulatina inmunización de la población entre los 40 y 49 años, edades productivas de los trabajadores ocupados en la manufactura, los comercios y servicios.  

El paso de la Ciudad de México al semáforo verde genera una expectativa bastante prometedora para la recuperación económica, en especial del sector secundario, presente en las alcaldías de Iztapalapa, Azcapotzalco y zonas conurbadas del Estado de México”. 

Nayeli Pérez Juárez, investigadora de la UNAM.

En el primer trimestre del año, la manufactura creció a un ritmo promedio de 0.5% anual, frente a un retroceso de 2.8% registrado en igual lapso de 2020, de acuerdo con cifras desestacionalizadas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Para 2021, el IDIC prevé un crecimiento de 7.2% para este rubro de la actividad industrial, desempeño insuficiente para enfrentar la caída de 9.9% experimentada en 2020, como consecuencia de la pandemia. 

FUENTE: Elaboración propia, con series desestacionalizadas del Inegi.

Ladrillo por ladrillo  

La construcción muestra una modesta recuperación derivada, principalmente, del desempeño de la edificación –uno de los tres más importantes demandantes del servicio de transporte de carga–, la cual acumuló una caída promedio de 9.6% anual en el primer trimestre, de acuerdo con los registros del Inegi. 

La construcción representa la situación de la economía en general: si nosotros concebimos al sector de la construcción como aquel que refleja los proyectos públicos y privados de todos los sectores productivos, al final del día lo que vemos es que existe un grado de evolución muy modesto, donde me parece que hay sectores que han pospuesto, o en ocasiones cancelado, las inversiones que tenían programadas, como es el caso del sector turismo”. 

José Luis de la Cruz, Director del IDIC.

El especialista explica que el freno en el sector servicios ha implicado menores proyectos de edificación como complejos comerciales, cines y restaurantes, por mencionar algunos.

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En contraste, en los primeros tres meses del año, el indicador de las obras de ingeniería civil mostró un menor ritmo de contracción, de 3.8% respecto a igual periodo de 2020, y los trabajos especializados crecieron un promedio de 1.2 por ciento, según cifras desestacionalizadas del Inegi. Aquí surte efecto la inversión del Gobierno focalizada en sus proyectos del sur sureste del país. 

Al primer cuarto del año, la construcción caía a un ritmo promedio de 7.2% anual frente a una contracción de 8.7% registrada en igual lapso de 2020.

Para el presente año, el IDIC pronostica un rebote de 8.8 por ciento para este sector de la actividad industrial, luego de derrumbarse 17.6% el año pasado, de acuerdo con cifras ajustadas por estacionalidad. 

FUENTE: Elaboración propia, con series desestacionalizadas del Inegi.

Minería, bajo tierra 

El empuje de este sector ha provenido de los metales preciosos; sin embargo, las políticas del Gobierno referentes a la subcontratación y en materia energética, han provocado incertidumbre entre los inversionistas, lo cual ha derivado en el freno de proyectos que mantienen a esta actividad en terreno negativo, con una caída promedio de 1.7% entre enero y marzo.

Este último dato contrasta con un crecimiento promedio de 3.9% anual visto en igual periodo de 2020, indican cifras desestacionalizadas del Inegi. 

La extracción de gas se mantendrá con un avance modesto, mientras que los minerales no metálicos han mostrado una evolución sólida, declaran especialistas.

Actividad industrial: minería.
FUENTE: Elaboración propia, con series desestacionalizadas del Inegi.

En este contexto, el IDIC previó un crecimiento de 1.4% para esta actividad industrial en 2021, igual a la contracción registrada en 2020, es decir, tampoco contempla una recuperación para la minería.  

Ante el panorama existente, el área de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) advirtió que la actividad industrial está perdiendo su capacidad potencial, es decir, lo que México puede producir si utiliza todos sus recursos (maquinaria, equipo y capital humano), por la falta de inversiones públicas y privadas en proyectos productivos. 

FUENTE: Elaboración propia, con series desestacionalizadas del Inegi.