Cuando Yenitzia Villalobos respira profundo para buscar su recuerdo más lejano, inhala el olor de la grasa y el diesel de su infancia: su padre, sus tíos y después sus hermanos, todos son traileros de cuna. Eligieron este oficio desde siempre y para ella de ese tamaño era aquel su primer mundo. 

Recuerda, por ejemplo, que se la pasaba corriendo entre los tractos, en el taller y acompañaba a su papá cada que fuera posible. Hasta el sonido de los motores le era más familiar que las canciones infantiles de la época. 

Y aunque todo lo referente al autotransporte era parte de su vida, nunca imaginó dedicarse a esto. Quizá por la tradición, quizá por ser mujer, quizá por el deber ser, ella siguió estudiando mientras los hombres de la familia seguían en carretera. 

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Terminó la preparatoria y decidió estudiar Derecho. Ser abogada representaba una buena opción como proyecto de vida y así lo hizo. En su natal Chihuahua dio sus primeros pasos de juzgado en juzgado. Le iba aprendiendo al trajín, pero no terminaba de encajar. 

“No me hallaba. Nomás no me sentía a gusto, como que ese no era mi lugar en la vida. Ya estaba en Ensenada y tenía buen futuro, pero me faltaba algo, algo que me hiciera sentir completa, así que renuncié”, señala Yenitzia Villalobos en entrevista para TyT.

Después tuvo más trabajos, incluso en la aduana, donde empezó a ver la magnitud en los movimientos de carga. Decenas de camiones que pasaban todos los días y ella solo los veía y a veces hasta los envidiaba, porque no se estaban quietos. Algo así quería ella. 

Después de unos meses y obedeciendo a su personalidad intranquila, renunció, tomó sus cosas y se regresó a Chihuahua. Apenas vio a su papá, le dijo que le enseñara a manejar el tracto. Su papá le dio un rotundo no, y no porque estuviera en desacuerdo con ella, sino porque no se atrevía. No se sentía tranquilo. 

Entonces le dijo a su hermano y la respuesta fue la misma. Para ellos era como enseñarle algo riesgoso, peligroso, y por eso no querían o más bien no podían, no se atrevían. Mejor le recomendaron que buscara en alguna línea de transporte donde pudieran enseñarle. Y eso hizo. 

Así que se volvió para Ensenada y pidió trabajo. Recibió un no absoluto, pero no le importó y siguió buscando, hasta que el encargado de vigilancia de una empresa le dijo que preguntaría, y así fue. Rápido la contrataron y se subió con otros operadores para aprender. 

Tenía mucho conocimiento de la carretera y solo le faltaba la parte técnica y la experiencia. Fácil le halló el modo y la pusieron a hacer maniobras en patio hasta que le dieron la oportunidad y tuvo su primer camión. 

Luego luego le dieron un full, aunque con poco peso, para que agarrara confianza. Todo iba bien y de pronto ya era una experta, parecía que llevaba años trabajando en esto. Ahora sí, Yenitzia Villalobos se sentía plena. 

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Después cambió de trabajo y fue contratada en Transportes de Carga Santa Lucía, una empresa que le dio la confianza desde el día uno. Incluso, el pasado fin de semana, durante el concurso de habilidades para operadores MT Noroeste Tijuana, Yeni se convirtió en la primera mujer en participar en este tipo de eventos. 

Está contenta y sabe que por el simple hecho de haber participado sigue haciendo el trabajo para abrir más puertas a las mujeres conductoras mexicanas, pues no solo han demostrado que es posible, sino que en muchas ocasiones pueden hacerlo mejor que cualquiera. 

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