El pasado uno de junio, Jaime se orilló para revisar una falla mecánica de su camión. Estaba en la carretera Cuencamé-León Guzmán y todo parecía normal.

Se encontraba en el estribo del vehículo cuando un sonido sórdido rompió el ambiente. Jaime sintió cómo se estremecía la tierra y por mero instinto intentó brincar. No llegó muy lejos.

Otro tractocamión, aparentemente sin frenos, se impactó contra la unidad estacionada y se llevó a Jaime en el camino. El resto de la imagen son fierros destruidos, polvos, llantas derrapadas, añicos. 

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Este operador no recuerda más. Cuando despertó estaba hospitalizado en Gómez Palacio, Durango. Sus piernas y el tórax estaban destrozados. 

La gravedad del diagnóstico provocó que fuera trasladado al Hospital General del estado. Ahí se agravó la situación: hallaron también fractura de cráneo y sangre en los pulmones.

Amigos y colegas difundieron el caso en redes sociales para pedir apoyo. Necesitaban donadores de sangre y también apoyo económico, principalmente para medicamentos y anticoagulantes.

Jaime no tenía seguro social. La empresa del tractocamión que lo arrolló no se hizo responsable, el seguro tampoco. En un segundo la vida le cambió. Dos días después sería su cumpleaños número 38. Su esposa y su padre se movieron desde Hidalgo para estar con él. 

El operador estaba trabajando para un particular y no se ha sabido más. Ahora su salud y su recuperación dependen des los médicos y de las donaciones que puedan captar. 

La seguridad vial, la capacitación para los operadores, la responsabilidad civil, la ética y el propio sentido de humanidad son temas que abarcan todas las actividades humanas. 

Retomarlos, fomentarlos, procurarlos y no olvidarlos también es parte de la agenda del sector, de la sociedad y del país. 

“Nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo”. Charles Dickens.