Aunque en su casa todos eran operadores, su padre, sus abuelos y sus tíos, el sueño de Luis Enrique Cárdenas era ser policía federal cuando fuera grande, pues le gustaba la imagen de seguridad y de control que tenían los  uniformados, siempre impecables, con gafas y con mucho respeto. 

Su padre y su abuelo manejaban tractocamión, mientras que sus tíos eran conductores de autobús, de los llamados “cuelloduros”, pero para él, desde que era niño, estar limpios, con corbata y con su buen dinero siempre fue preferible, en comparación con los traileros, que solían estar mugrosos y siempre de un lado para otro. 

Así que cuando tuvo edad, intentó cumplir su sueño y metió sus papeles para entrar en la Academia y convertirse en policía federal, sin embargo, una tontería se lo impidió y muy pronto tuvo que resignarse a que eso no sucedería, y en lugar de lamentarlo, le dio vuelta a la página para continuar su vida. 

Ahora sí, teniendo las opciones de ser operador de autobús o de tractocamión, eligió lo primero y empezó a trabajar en los famosos Sultanas, pues desde chamaco aprendió a mover los vehículos de su padre y también de su abuelo. 

Así empezó su vida como operador hace más de 45 años: los primeros cinco fueron arriba de un autobús, hasta que le llegó la oportunidad de cruzar la frontera y emplearse con Swift, en el transporte de carga, y así se la pasó otros cuatro años, cambió de trabajo, también en el país vecinos y después regresó. 

Cuando volvió a México también lo hizo a los autobuses, manejando los ABC otro rato, pero se dio cuenta de que en el tracto podría ganar mejor, así que se empleó con Cemex, donde tuvo la gran oportunidad de crecer, seguir aprendiendo y consolidarse como un buen operador. 

Ahí estuvo 15 años hasta que el trabajo se acabó. En las rutas por las que él andaba de pronto ya no hubo más contratos, así que vinieron los despidos, y eso fue lo que lo hizo cambiar de trabajo, para llegar a Transportes Pitic, donde ahora lleva 16 años manejando. 

Tiene un hijo operador y dos hijas pequeñas, que si algún día le dijeran que quieren seguir sus pasos, él intentaría orientarlas para que lo hicieran en Estados Unidos, ya que en México es un trabajo muy inseguro, además de que lo duro de la operación, seguro les enseñaría que no está fácil, aunque, eso sí, vale la pena. 

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Para Luis Enrique Cárdenas, cuyo 10-28 ha sido justo ese, “Cárdenas”, lo más valioso de su trabajo son las personas, los camaradas, las relaciones que uno va haciendo por el camino y que al final se convierten, también, en su familia. 

Al revés, lo más difícil siempre será la inseguridad, además de los retenes y las aduanas, en las que se pierde mucho tiempo, pero sin duda, la incertidumbre de no saber si volverá a casa es lo más duro de este trabajo, que él volvería a hacer. 

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