Atendiendo la necesidad de orientar a los prestadores del servicio de transporte público de pasajeros ya sea urbano o suburbano, el Instituto Mexicano del Transporte (IMT) emitió cinco recomendaciones de prevención y respuesta ante la contingencia provocada por el COVID-19.

Dichos lineamientos están basados en el reporte de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, diseñado desde 2014 para eficientar el transporte público justamente en tiempos de pandemia.

Prevención

El primer objetivo es evitar que el virus se propague este virus. El IMT recomienda capacitación al personal de la empresa transportista sobre procedimientos para reducir las probabilidades de contagio, como el contante lavado de manos y mantener la sana distancia.

Otro aspecto es proveerles de protección para reducir la exposición del personal, como guantes y cubrebocas, así como gel antibacterial –tanto para operadores como para usuarios–; incluso, en la medida de lo posible, colocar barreras de plexiglás para conductores y vendedores de boletos.

“Para la protección de los operadores de autobús, si no están protegidos por una mampara o cabina, los pasajeros no usarán la puerta delantera (salvo que el boleto o su cobro les haya de ser facilitado por el conductor). La fila tras el asiento del conductor deberá mantenerse desocupada”, sugiere el IMT.

También señala que es recomendable disminuir el uso de dinero físico siempre que se pueda, en el pago a conductores u otros.

Limpieza

Si bien las empresas de transporte público tienen sus propias políticas de limpieza extremas, el IMT sugiere que estos protocolos sean avalados por la autoridad competente, con equipos de protección personal y que incluyan procesos de limpieza para vehículos, áreas públicas fijas y áreas de trabajo.

Además, recomienda realizar una limpieza de rutina con jabón o detergente en agua para eliminar la suciedad y la materia orgánica de las unidades y capacitar a los colaboradores para que utilicen los desinfectantes adecuadamente.

Capital humano

En un contexto como el actual y un entorno laboral con mayor potencial para contraer la enfermedad, es clave garantizar que exista una fuerza de trabajo suficiente y saludable para solventar la necesidad de transporte público en una comunidad.

La empresa transportista debe estar consciente de que puede producirse un ausentismo laboral que puede prolongarse por meses, que sus colaboradores tengan miedo a la exposición al COVID-19, fatiga por nuevas asignaciones –como la limpieza constante de las unidades–, altos niveles de estrés y ansiedad, incluso reportes de enfermedades o defunciones en su plantilla laboral.

Asimismo, el IMT señala que se debe cumplir con protocolos básicos de protección a sus colaboradores como identificación de los operadores que se encuentran en grupos de riesgo, reajuste de funciones con relación al personal vulnerable –incluyendo mecanismos que consideren ajustes en la compensación económica–, así como detección, separación y aislamiento de operadores con síntomas de contagio con el objetivo de proteger al resto del personal.

Demanda de servicio

Es importante considerar que, durante una crisis sanitaria, la demanda en el servicio de transporte público disminuirá por el cierre de las actividades no esenciales en otros sectores, tales como el gubernamental, el educativo y algunos rubros productivos, por lo es vital adecuar la operación para asegurar un eficiente uso de las flotas.

Por ejemplo, en rutas de distancias cortas, el IMT recomienda disminuir la oferta  para disuadir de viajes innecesarios, sin dejar de lado el servicio en horas pico. En distancias medias y largas, se presentarán ciclos de servicio más rápidos y podrán, con menos unidades, ofrecer mayores frecuencias, con menor densidad de pasajeros abordo.

Respecto a la capacidad de los vehículos, revela que algunos estudios recientes sugieren que los sistemas de transporte y movilidad de la población pudieron haber facilitado la transmisión rápida del virus, por ello es necesario reducir la capacidad de las unidades para el transporte público al 50 por ciento.

El propio IMT informó que, por ejemplo, en la Ciudad de México y Guadalajara, el uso servicios de transporte público ha disminuido 63.9 y 56.8 por ciento, respectivamente, durante los primeros días de abril, comparado con la demanda regular.

Comunicación

Durante la contingencia, las dependencias de salud pública son responsables de  informar al público sobre el avance de la enfermedad y las decisiones que se toman para contrarrestarla; sin embargo, la empresa transportista debe compartir claramente con colaboradores y usuarios de las medidas que irá tomando en su operación como:

  • Conductas en el transporte para evitar o reducir los contagios.
  • Ajustes o cancelaciones en el servicio de transporte público.

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