Sin duda, la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR) ha sido parte de la evolución del sector, velando siempre por los intereses del empresario transportista.

Continuamos recapitulando la historia de este organismo a 30 años de su nacimiento.

Ante la crisis

El final del sexenio de Carlos Salinas de Gortari vino acompañado del llamado “error de diciembre”. Al mismo tiempo, el liderazgo de la CANACAR cambia de batuta y pasa a Bernardo Lijtszain, quien tuvo que enfrentar la estela de problemas que dejó el incumplimiento al TLCAN y la crisis económica.

El primer movimiento fue renegociar las deudas con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). De entrada, la crisis creó un escenario en el que cientos de camiones se detuvieron y empresas transportistas no soportaron el impacto.

En ese momento, la CANACAR asumió su responsabilidad con el sector y promovió un Programa para Enfrentar la Emergencia Económica del Autotransporte de Carga, a fin de superar los estragos de la crisis y ayudar, especialmente, a la sobrevivencia de las compañías micro, pequeñas y medianas.

Al mismo tiempo, enfrentaba presiones para volver al anterior esquema proteccionista con tarifas fijadas por el Gobierno, una demanda surgida de la desesperación por la situación del país, algo que ya no se podría restablecer por la nueva política de competencia económica en México.

Lo que la CANACAR sí pudo aplicar fue una estructura de costos mínimos en el autotransporte, que implicaba un programa de capacitación para los empresarios. Con ello se logró detener la presión y ayudó a los transportistas a saber los rangos de cobro que debían aplicar en sus servicios.

Después de esa tormenta, ya en la segunda mitad del sexenio del presidente Ernesto Zedillo, la economía comienza a recuperarse; el autotransporte, como buen termómetro de ésta, ya daba buenas señales. Y a pesar de los rezagos y la desventaja en el TLCAN, el sector se profesionalizaba y modernizaba sus flotas, creciendo de uno a 1.7 puntos respecto al incremento del PIB Nacional.

El autotransporte estaba dejando de ser solo una actividad de traslado de carga y se convirtió en un eslabón de la cadena logística, con esquemas y mecanismos para hacer más eficiente el flujo de mercancías.

Artífices de la renovación 

Desde su origen, la CANACAR tuvo entre sus objetivos el fomentar la modernización y profesionalización del autotransporte. En este sentido, se ha preocupado por que las empresas tengan finanzas sanas que les permitan ofrecer buenas condiciones laborales y, al mismo tiempo, disponer de una flota joven.

Uno de los primeros movimientos de la Cámara en pro de los transportistas fue en materia fiscal, cuando logró un acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para diseñar el Régimen Fiscal Simplificado, el cual, reconociendo las particularidades de la operación del autotransporte, facilitó el cumplimiento de obligaciones hacendarias.

Dicho esquema sigue vigente, aunque con adecuaciones. Asimismo, el organismo logró suscribir convenios con el IMSS y el INFONAVIT para simplificar administrativamente el pago de las cuotas obrero-patronales.

Para 1992, Francisco Dávila, entonces Presidente de la CANACAR, gestionaba con las armadoras mejores condiciones para renovar sus flotas. Esto llevó al Gobierno federal a otorgar un crédito para 5,000 camiones a través del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y, en consecuencia, el nacimiento de la Unión de Crédito para el Autotransporte (UCA), la cual, en su carácter de organismo especializado, inició con programas que ofrecían condiciones más adecuadas de precio y financiamiento.

Años más tarde, con la llegada de Vicente Fox a la presidencia de la República, se retoma el tema de la renovación y se promueve el Programa de Modernización del Parque Vehicular, el cual incluyó un monto de 160,000 pesos por cada camión que se llevara a “chatarrizar”, y estimaba sustituir 27,000 unidades al año.

Esta iniciativa surgió en la Asamblea General de la CANACAR, ante el presidente Fox, y consiguió que el mandatario diera la instrucción de instrumentarla entre la Cámara, Nacional Financiera, la SHCP y la Secretaría de Economía.

Durante los años siguientes, el programa tuvo diversas modificaciones, hasta quedar conformado en 2015 y el cual está congelado desde 2017 y que la CANACAR –acompañando a la industria– ha solicitado en diversas ocasiones que se reactive.

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