Si bien el acta constitutiva de Transportes Monroy Schiavon (TMS) data de 1979, la operación de esta compañía inició años atrás, cuando Raúl Monroy Sánchez vio la oportunidad de emprender comprando un camión para aprovechar el auge que tenía Goodyear en las zonas de Cuautitlán y Tultitlán, en territorio mexiquense, en la década de los setenta. 

Aunque nunca manejó ese primer tractocamión, su intención era montarse en la tendencia de ese gran generador de carga que se posicionaba como una empresa líder en el segmento de llantas, ya que era la marca de neumáticos con más ventas en México en ese momento. 

Por aquel entonces, el proyecto de don Raúl operaba bajo el régimen de persona física, y cuando tuvo oportunidad de tener placas de servicio público federal debía constituirse como una sociedad anónima. 

Un servidor público le explicó que debía ponerle nombre a la empresa y, por casualidad, en ese momento un primo suyo, de apellido Schiavon, estaba por realizar el mismo trámite, ya que también tenía su empresa de transporte. Y aunque nunca se concretó esa sociedad, permaneció el nombre con ambos apellidos porque fue el autorizado por la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes. 

Así fue como se quedó como Transportes Monroy Schiavon, abreviado TMS, que también podría parecer que la S es de Sánchez, por el apellido materno del fundador. 

De este modo, durante los primeros años Goodyear dio suficiente trabajo para seguir creciendo la flota de TMS, todavía como persona física, hasta llegar a las 11 ó 13 unidades. Ya para 1979, por un tema de estructura, orden y crecimiento, don Raúl migró la operación hacia una persona moral, hacia una Sociedad Anónima de Capital Variable (S. A. de C. V.) y conservó el nombre que le habían dado al principio. 

Para ese entonces, su hijo mayor, Raúl Monroy Reus, todavía estaba en la universidad estudiando Derecho cuando se incorporó a la empresa, muy a pesar de su padre, que no estaba muy de acuerdo. Sin embargo, esto coincidió con que el Gerente General de la compañía se independizó y dejó vacante esa función crucial, de tal manera que Raúl papá no tuvo más remedio que aceptar a su hijo en ese puesto. 

En entrevista para TyT, Monroy Reus recuerda que, desde su llegada a TMS y hasta finales del siglo, la operación de la empresa era estable, con crecimientos ordenados y orgánicos; además de que el trabajo con Goodyear seguía demandando cada vez más fletes, al grado de que allá por 1995 se convirtieron en el único proveedor de transporte de la llantera. 

Y no solo eso, sino que la relación de tantos años permitió que TMS, incluso, desarrollara nuevas formas de estiba a fin de que cupieran hasta 30% más llantas en los remolques. 

También incursionaron en la operación del full, y prácticamente hablar de una implicaba hablar de la otra: dos empresas que habían crecido juntas. Goodyear, como un gran desarrollador de proveedores, y TMS como una flota seria y confiable que siempre estuvo a la altura de las expectativas.

Por si fuera poco, la sinergia entre TMS y Goodyear llevó a la compañía mexiquense a participar en los fletes de importación y exportación, principalmente en la frontera de Nuevo Laredo, lo que representó incursionar en el puerta a puerta internacional.

Hasta que vino la crisis que obligó a Goodyear a cerrar su planta en el Estado de México y se acabó la operación de unos 100 camiones de TMS dedicados a esta operación. Para ese entonces, dos de los hijos del fundador ya participaban en la empresa y, al verse en jaque, se pusieron un plazo de tres meses para salir de este bache o, de lo contrario, deberían cerrar las puertas. 

Pero años antes, con la llegada de Ryder a México, TMS pudo solventar una situación crediticia difícil provocada por la crisis de 1994, de tal manera que ambas compañías firmaron un contrato de venta y arrendamiento de unidades, lo que permitió a la empresa transportista seguir operando con mayor margen de maniobra. 

Fue así que al cierre de Goodyear, Ryder siguió generando alianzas estratégicas con distintas flotas del país, como TMS. Y después vino Walmart, otro generador de carga que ha sido testigo del crecimiento y éxito de esta empresa transportista. 

A decir de Raúl Monroy Reus, en tan solo un mes y medio recuperaron los niveles de facturación que tenían con Goodyear, y el caso de Ryder se convirtió en una historia de éxito, ya que ambas compañías se ayudaron a crecer, a mejorar sus procesos y a ser más eficientes. Una relación de más de 20 años. 

Lo mismo que Walmart, una empresa que año con año ha ido demandando más y mejores servicios de transporte, al grado de que cuando otorgaba reconocimientos a sus mejores proveedores, TMS figuró en más de una ocasión, pues también para ellos representó un gran aprendizaje. 

Y es que antes de esto, en la primera parte de la historia, todo había consistido en transportar llantas, y ahora debían ampliar sus horizontes, diversificar su operación y estar a la altura de las necesidades del presente y bajo los estándares de empresas transnacionales que pusieron la vara muy alta, y TMS siempre estuvo a la vanguardia en todos los sentidos. 

Una historia de trabajo, responsabilidad y sentido social

Cuando el hijo del fundador hurga en su memoria, encuentra momentos fortuitos y también pequeñas anécdotas que han consolidado esta trayectoria, basada en el trabajo, en la responsabilidad y en la preocupación por las personas. Raúl Monroy Reus lo explica así:

“En TMS tenemos dos grandes pilares que han forjado esta historia. Por un lado, las personas, pero se trata de personas capacitadas, preparadas y profesionales que aportan talento y tiempo para consolidar lo que saben hacer. Y por otro lado, la tecnología, ya que desde hace mucho tiempo invertimos en sistemas, en desarrollos y en soluciones que permitieron automatizar muchos procesos que nos han facilitado ser más eficientes en distintos renglones. 

“Es por eso que las personas son muy valiosas para nosotros. Desde los operadores, el personal administrativo, técnico y el de asistencia, pues han permeado una cultura de pertenencia. Para quienes trabajan o han trabajado aquí, siempre se ha procurado que quieran estar aquí, permanecer”, sostiene. 

Y no solo eso, sino que TMS también ha sido una empresa pionera en el desarrollo de nuevos talentos al volante, ya que cuenta con su propia escuela de operadores y con un programa para operadoras; de tal manera que su crecimiento y desarrollo han sido integrales, dado que han puesto atención en todos los renglones. 

Asimismo, Raúl Monroy explica que, para TMS, es fundamental contar con colaboradores que tengan condiciones laborales dignas y buena salud, pues la pandemia también vino a reforzar el renglón sanitario para todos, de modo que promover la actividad física, la buena alimentación y los descansos adecuados no son negociables en esta empresa. 

En la actualidad, el tercer Raúl Monroy, ahora Otero, está de lleno en la operación y listo para cuando suceda el cambio de estafeta. Este proceso ha sido orgánico y natural, ya que las reglas son claras y las responsabilidades y roles también, pues se trata de una empresa familiar, pero igualmente conformada por más de 1,900 personas comprometidas con el futuro de su fuente de empleo.

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Es así como esa historia que nació en la década de los setenta, con un camión y un cliente, hoy es un referente para la industria del autotransporte nacional y goza de la buena salud que le permite proyectar un futuro prometedor, pero un futuro hecho por y para las personas que colaboran en esta compañía.