Sobre la carretera federal Morelia–Jiquilpan hay una curva muy famosa, por insegura. La gente del pueblo la llama “la suavecita”, porque dicen que la única manera de pasarla de forma segura es a muy bajas velocidades: despacio, suavecito.

Casi salida de alguna película filmada en 35 milímetros, esa curva también es particular por la cantidad de cruces sembradas de manera indiscriminada. Los pobladores del lugar afirman que han sido decenas —tal vez cientos— de personas las que han dejado ahí su último suspiro. 

Uno de los casos más recientes fue el de un operador que transportaba una caja seca llena de galletas. Según los reportes, viajaba hacia Chihuahua cuando llegó a esa curva, hasta ese momento desconocida para él. No es tan cerrada “la suavecita” y quizá por eso es más bien engañosa. 

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De cualquier forma, el conductor se abrió lo suficiente para entrarle con el mejor ángulo, sin embargo, cuando debía frenar, no lo hizo. La persona que relata esta historia lo miró de frente. De cuando en cuando, le gusta pararse en el camino solo para mirar cómo pasan los camiones. Es una afición que le nació desde niño.

Precisamente por eso le llamó la atención la velocidad del vehículo. Iba demasiado rápido a tan poca distancia de dar la vuelta. Por instinto, o quizá por premonición, se echó varios pasos atrás, justo cuando el camión entró a la curva. 

La física hizo su trabajo. Casi durante toda la vuelta la caja giró sobre un lado nada más. No solo no frenó, sino que tomó mayor velocidad. Cuando parecía que saldría impune, el remolque terminó por caer y se llevó al tractocamión. Permanecieron acoplados y recorrieron varios metros ya de lado, hasta impactarse contra unas protecciones metálicas.

El espectador corrió para intentar ayudar al conductor, para ver si estaba bien o cualquier cosa. Los transeúntes que andaban por ahí también se acercaron y, en cuestión de segundos, ya eran varios los curiosos que intentaban abrir la puerta del conductor, que quedó arriba; y otros, que nunca faltan, hacían lo propio con el remolque. 

También llamaron a una ambulancia, a la Policía y a cualquier otra instancia que pudiera acudir al rescate. Lograron abrir la puerta del operador y, cuando se asomaron, descubrieron que éste no estaba consciente. Hubo, incluso, quien dijo que estaba muerto. Quien recuerda esta historia fue el que sugirió no intentar moverlo, que esperaran a los especialistas. 

Menos de 10 minutos después, llegaron una ambulancia y una patrulla estatal. Acordonaron la zona y rescataron al conductor, que seguía inconsciente, pero confirmaron que estaba vivo. Más tarde llegaron los medios de comunicación y comenzó una serie de especulaciones, luego aclaradas por quizá el único testigo del accidente completo. 

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El reporte del seguro indicó que se trató de una falla mecánica: los frenos. El informe médico, en tanto, descartó el consumo de sustancias prohibidas por parte del conductor, quien fue hospitalizado y reportado estable. Una cruz que no habrían de clavar en “la suavecita”. 

El testigo obtuvo esta información porque conocía al dueño del camión. Fue él quien le contó sobre el accidente, y después se le quedó la curiosidad de qué había pasado con los reportes. Recuerda la imagen del conductor inconsciente dentro del vehículo, y sonríe al saber que muy pronto volverá a esta remota Autopista del Sur