Con 194 días de bloqueo a las vías ferroviarias, 2020 fue el peor año para esta industria, en referencia al cierre de tránsito realizado por terceros en temas no relacionados con el sector. Hasta el momento, en ninguno de los casos ha habido sanciones o detenidos por estos hechos que provocan grandes pérdidas económicas para los transportistas y para los dueños de estas mercancías.

Pese a que esas acciones se consideran un delito grave y aunque existen leyes que establecen fuertes sanciones, el problema es que éstas no se aplican; por eso, los bloqueos en vías ferroviarias por parte de diversos grupos de protesta social, llegan a durar hasta dos meses sin resolverse. Tiempo suficiente para que los carros de ferrocarril detenidos abruptamente sean blanco de la delincuencia.

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¿Qué pasa cuando un cierre se prolonga por mucho tiempo? Además de que el transportista incumple con el compromiso de entrega de la mercancía, lo que le vale una buena multa; se pone en riesgo la totalidad de la carga que puede ser robada, ya que en muchos casos los custodios de estos trenes no están capacitados ni tienen protocolos específicos para actuar en estas circunstancias especiales. Nadie previó un bloqueo ni todo lo que ello implica, por lo que los hurtos también son cometidos con total impunidad, sin que los guardias de seguridad privada de compañías “patito” sepan cómo reaccionar ante estas situaciones. La delincuencia siempre va un paso adelante de éstas.

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Recordemos el cierre en las vías ferroviarias Michoacán que duró casi dos meses y afectó las operaciones de diversas empresas transportistas. En esa ocasión, se reportó la acumulación de 36 trenes y 24 locomotoras paralizados, 62 carros tolvas cargados con casi 6,000 toneladas de trigo, 5,000 contenedores, 588 carros con 50,000 toneladas de insumos de la industria cementera y 1,079 con combustóleo de Pemex. Los hampones no se hicieron esperar y, aprovechando la retención de estos cargamentos, se llevaron todo cuanto les fue posible antes de que los guardias de seguridad privada pudieran intervenir, provocando severas pérdidas económicas para las compañías dueñas de estos insumos y para las aseguradoras. 

¿Qué se puede hacer? Lo primero que realiza una empresa de seguridad privada profesional, es identificar los bloqueos antes de que sucedan y llevar a cabo constantes recorridos. Los delincuentes efectúan incluso cambios de vías con llantas para detener una locomotora de hasta 300 toneladas de peso, lo cual es sumamente peligroso, porque ya sabemos que pueden existir descarrilamientos y eso hay que evitarlo a toda costa. Dichas revisiones también sirven para detectar alteraciones en los cambios de vía que están protegidos, llevan candados y se verifica que no estén modificados, porque eso puede ser una señal de alerta para un posible cierre.

Hay otro rubro de alto nivel de riesgo que identifican las compañías de seguridad privada de calidad: el robo de componentes de vía, el cual remite al mismo punto crítico de los descarrilamientos. En este rubro, también se detectan marcas que dejan los delincuentes en los vagones en productos valiosos, desde que salen de las aduanas, pues usan desde bolsas de plástico amarradas hasta marcas de pintura. Todos esos distintivos se eliminan para prevenir robos durante el trayecto.

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Sin duda, a las autoridades les ha faltado capacidad para anticiparse a este tipo de problemas y lograr liberar rápidamente las vías obstruidas; sin embargo, mientras esto sucede, y esperamos sea pronto, es importante que los transportistas busquen empresas de seguridad privada especializadas en custodiar cargamentos valiosos, que apliquen protocolos eficientes de reacción inmediata y que cuenten con la tecnología necesaria para proteger las mercancías.

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