Cuando uno busca la palabra “abolengo” en el diccionario se puede encontrar referencias al linaje, a la historia y hasta el lugar de origen de una persona, además de que la palabra proviene de la palabra “abuelo”, que también remite a los antepasados de alguien, y es por eso que Fernanda “La Güerita” Ayala se describe como una trailera de abolengo.

Es que hasta donde hay registros en su familia, todos sus antepasados se dedicaron al volante. Y no sólo hacia arriba, sino hacia los lados, ya que en la actualidad, su padre y su hermano son operadores profesionales, al igual que sus primos, sus tíos y antes de ellos su abuelo y su bisabuelo. 

Y aunque para ella el autotransporte siempre fue un estilo de vida, cuando tuvo que elegir parte de su futuro, escogió hacer el servicio militar voluntaria, pues tenía ganas de convertirse en controladora de vuelo para el Ejército Mexicano. 

Pero esta historia se desvió porque se convirtió en mamá y en esposa, de tal manera que se dedicó al hogar y al mismo tiempo ganaba algo de dinero haciendo postres o distintas actividades que no la alejaran de sus quehaceres domésticos. 

Fernanda “La Güerita” Ayala aprendió a manejar coches desde la secundaria, cuando su padre le pedía que los moviera o los guardara, y a ella siempre le gustó, de tal manera que seguía siendo una opción latente, aunque eligiera otra forma de vida. 

Toda su familia es de Michoacán, pero ella es de Ensenada, Baja California, donde creció y ha pasado gran parte de su vida. Fernanda “La Güerita” Ayala es divorciada y sus hijos viven con el papá, ya que ahora ella pasa semanas fuera de casa. 

Hace cerca de dos años, una amiga le dijo que fueran a hacer una prueba para tomar un curso y quedarse a trabajar en una empresa de autotransporte en Baja California, y como ella ya sabía manejar tractocamión pues fue, y para su suerte ambas quedaron contratadas. 

Hasta entonces, “La Güerita” había trabajado con arqueólogos y topógrafos, pero cuando tuvo la oportunidad de subirse al camión, no la dejó pasar, y así fue como empezó haciendo maniobras de patio y ganando experiencia. 

Pero desde su perspectiva, en esa primera empresa no le veían futuro y no le daban la confianza ni la responsabilidad para seguir creciendo, así que otra amiga la invitó a trabajar en Autotransportes Pilot, que si bien es una empresa jalisciense, tiene varias rutas en el Pacífico y hacia Tijuana, de tal manera que no le quedaría tan lejos. 

Y así fue como se cambió de trabajo y ahora, en Pilot, “La Güerita” ya tiene su propio tractocamión y muchas rutas por todo el país. A sus 30 años considera que lo mejor de este oficio es la carretera: los paisajes, los climas, las personas y estar en paz con ella mientras conduce y su vehículo se pierde por el horizonte. 

A dos años de distancia, a ella no le han tocado temas de robos, accidentes o ningún incidente para lamentar y, al contrario, ahora es ella la que aconseja y acompaña a mujeres jóvenes interesadas en este trabajo, razón por la que ella siempre recuerda y agradece a su padre, quien siempre le enseñó cuanto podía aprender en la teoría. 

Pero ahora para ella es hora de seguir construyendo su propio camino y escribir su propia historia, y se considera afortunada de hacerlo con Autotransportes Pilot, ya que se trata de una empresa responsable y cuidadosa de sus operadores. 

“Aquí nos cuidan y nos escuchan. Están abiertos para atender cualquier inquietud o necesidad que les manifestamos y siempre buscan la forma de que tengamos las mejores condiciones para trabajar, y eso es algo que siempre se agradece”, afirma. 

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Así es como “La Güerita” sigue conservando la estirpe que le puso diesel en las venas o que le insertó un motor en lugar de corazón, justo como lo ha dicho su padre desde siempre. Así ahora es ella la que podría pasar la estafeta a sus hijos, que andan muy inquietos y animados por su gusto por los camiones.