Hace unos días, en el Camino Puerto México–Ojo Caliente, con dirección a Matehuala, San Luis Potosí, un tractocamión se quedó sin frenos. La velocidad a la que viaja representaba un peligro inminente.

Elementos de la Guardia Nacional observaron a una mujer que viajaba de copiloto. Con una tela roja y asomada por la ventana intentaba pedir auxilio. Los uniformados entendieron la urgencia y, a señas, supieron que la unidad no podía detenerse.

La reacción fue inmediata. Los guardias le dieron alcance al tractocamión para abrirle camino, pues si bien faltaban 10 kilómetros para la caseta, a esa velocidad el riesgo podría ser trágico. 

En tanto, los elementos de seguridad dieron aviso a personal de la caseta “Los Chorros” para que liberaran un carril y dejaran el paso abierto al vehículo de carga.

A través del altavoz, le indicaron al operador que tenía liberado un carril en la caseta. Eso sí, su pericia tendría que hacer la diferencia. Incluso al mejor cazador se le podría ir la liebre. Con un vehículo de esas dimensiones y a esa velocidad, la maniobra no era sencilla y solo tenía una oportunidad.

Así fue, el operador pasó por la caseta todavía a alta velocidad. Eso sí, los bandereros hicieron lo propio y fungieron como guía para el conductor, que atravesó con las dos manos bien puestas en el volante. 

Metros más adelante, la inercia del monstruo de acero perdió fuerza. El conductor y su acompañante vivieron para contarla. Y mejor aún, sin provocar accidentes y con el puro susto que causa una falla mecánica de esta naturaleza. 

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De esta manera, la Guardia Nacional reafirma su compromiso con la ciudadanía, con el objetivo fundamental de salvaguardar la integridad física de las personas y coadyuvar con la seguridad pública de nuestro país.