Claudia llega puntual al taller, para iniciar su jornada. Hay ya cinco tractos formados para su mantenimiento preventivo, además de dos correctivos que no se forman, pues son más urgentes; ella deja sus cosas, se cambia y se alista para armar el plan de trabajo con los mecánicos a su cargo.

El joven mecánico que lleva un par de semanas en la empresa le pregunta sobre lo que debe hacer; ella responde que debe observar, preguntar y sugerir, si fuera el caso. “Si quieres apuntar, mejor”, sugiere ella. 

Claudia eligió este trabajo porque sabía que la empresa no escatima en infraestructura para sus talleres, que tienen lo que se requiere y mucho más; han invertido en herramientas, piezas, tecnología y también en capacitación, de tal manera que cuando ella ingresó tuvo que tomar un curso de tres meses antes de meterle mano a las máquinas. 

Se ganó su lugar porque siempre se empeñó en ser la mejor, hasta que la hicieron directora de Mantenimiento, y es por eso que ahora, cada que llega alguien nuevo, después del curso, personalmente se hace cargo de su incorporación, pues considera que es buena maestra y le gusta formar a su equipo, con sus propias manos. 

En sus antiguos trabajos siempre padeció la falta de apoyos, capacitación y hasta de herramientas, de tal manera que hacía lo que podía con lo que tenía, pero siempre con la sensación de frustración porque se podía hacer mejor, pero no son las condiciones necesarias. 

Y luego en otro lugar, donde sí había más recursos, no había capacitación, y los mecánicos se quedaban ahí, “sabiéndolo todo” y sin una motivación para seguir aprendiendo y poniendo puros pretextos. 

Claudia quería ser la mejor, y sabía que lo sería en un lugar que le diera todo lo necesario para lograrlo. Quería aprender, mejorar, sentir que avanzaba. Y la práctica le fue dando mucho de esto, pero hoy sabe que nada habría sucedido sin la capacitación y constante actualización.

“Las tecnologías de los vehículos cambian todo el tiempo, y por eso nosotros también debemos capacitarnos para dar el mejor servicio y complementar la operación, ya que muchas veces se limita a los conductores, pero también hacen falta más técnicos calificados”, cuenta. 

Sólo hasta que llegó a la empresa en la que ahora trabaja descubrió su potencial, pero también el de su propio oficio, pues como ella lo imaginó, no hay límites: todos los días aprende algo nuevo, y tiene la oportunidad de compartir todo lo que ha aprendido. 

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Le gusta ser aprendiz y maestra de mecánicos, le gusta dar y recibir el conocimiento adquirido, le gusta su trabajo y continuar, al igual que nosotros, Al Lado del Camino. 

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