Carla fue madre muy joven. Tuvo dos hijos y vivió con su pareja cinco años. Por aquella época estudiaba la carrera de Médico Veterinario Zootecnista. Incluso con sus bebés en brazos no dejó la escuela… y tampoco imaginó que en el futuro habría de fundar su propia empresa: Transportes Valencia. 

En su familia nadie se dedicaba al transporte, sin embargo, el padre y el abuelo de sus hijos, sí. Ella había visto que era un buen negocio y que, a pesar de lo demandante que pudiera parecer, valía la pena con tal de ofrecerles a sus hijos una mejor calidad de vida. 

Tras la separación con el padre de sus hijos, Carla pensó que podría ser buena idea invertir sus ahorros en un camión. No conocía el negocio y aun así se arriesgó. También compró una góndola, contrató a un operador y siguió estudiando la última parte de la carrera. 

En ese primer camión transportaban arena o grava para Zacualtipán, en la sierra de Hidalgo. Esa fue la primera ruta de Transportes Valencia. Tenían que llevar un viaje diario, pero a veces el operador no llegaba, de tal manera que Carla le pidió que le enseñara a manejar. 

Así lo hizo y en cuanto se sintió segura, el operador le dio las gracias y fue ella la que movía su propio camión. Al principio le tomaba 10 ó 12 horas porque el vehículo iba muy pesado y porque apenas eran sus primeros fletes. 

Sus hijos iban en preescolar y tuvo que encargarlos con alguien que los cuidara y les diera de comer mientras ella se la pasaba arriba del tracto. Para ese momento le parecía que con lo que ganaba podían vivir bien, pues en términos económicos no les faltaba nada, pero sí era muy alto el precio de no estar con ellos. 

Así se la pasó entre seis y siete años hasta que un contacto de Pachuca le aconsejó que vendiera la góndola y se comprara una caja seca, que él le podía conseguir carga. Y así lo hizo. 

Ya con la caja seca vio que el negocio era más rentable y menos pesado, de tal suerte que apenas pudo, se endeudó con un segundo camión ahora financiado, pues según sus proyecciones, podía pagarlo y seguir teniendo buenas utilidades. 

En cuanto llegó con el contacto y le dijo que tenía otro camión, que si le podía dar más carga, éste se negó. Así sin explicaciones le dijo que ya no había trabajo para ella. 

Carla tenía una familia y una deuda, así que no se podía rendir. Fue en ese entonces que alguien le consiguió una entrevista con un importante productor de jugos envasados. Fue, pidió trabajo, puso a la disposición sus dos tractos y firmó un contrato que hasta la fecha representa la relación comercial más importante para Transportes Valencia. 

Y justo con ese cliente la empresa empezó a crecer de una forma considerable, y actualmente emplea a casi 50 personas y sigue operando desde Pachuca hacia el norte, Bajío, occidente y un poco el sureste del país.

Ella es la responsable de la Logística en Transportes Valencia y tiene proyecciones importantes de cara al futuro, ya que lleva en este negocio más de 10 años y ha superado todo tipo de obstáculos, como accidentes o el robo de su primer camión. 

También ha sorteado los abusos por parte de grueros que se aprovecharon de una situación desfavorable y considera que la inseguridad es el gran problema del sector en el país. 

Sin embargo, en Transportes Valencia han considerado todos estos aspectos para cuidar a sus operador, a sus clientes, su parque vehicular y evitar ciertas rutas, horarios o situaciones que representen un riesgo mayor para la operación. 

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Carla Valencia envía un mensaje, principalmente, a las mujeres mexicanas, ya que su historia es un claro ejemplo de que los sueños se cumplen y con trabajo, dedicación y constancia se pueden lograr muchas cosas.