Cuando el Presidente estadounidense Donald Trump implementó en marzo la primera tanda de aranceles, el mundo dio paso a un nuevo orden comercial, en donde no sólo Estados Unidos y China escriben la historia, también los países intermedios juegan un papel relevante y ese es el caso de México.
Cobijado bajo el paraguas del T-MEC, lleva meses en una mejor posición que las demás naciones, pero eso no basta para generar certeza en un país donde el 83.1% de sus exportaciones en 2024 se destinaron a Estados Unidos, de acuerdo con datos del Banco de México (Banxico).
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Ante esta situación, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo relanzó el Plan México el pasado 3 de abril para atajar dos necesidades apremiantes: fortalecer la manufactura nacional y reducir la dependencia comercial con las dos naciones más poderosas del mundo.
Expertos en comercio internacional, como Kenneth Smith Ramos, exnegociador del T-MEC; y Claudia Ávila Connelly, Directora General de Atención Aduanera y Asuntos Internacionales, consideran que esta estrategia es una “gran política pública” que diversificará el mercado mexicano, impulsará la infraestructura logística y atraerá generadores de carga.
No obstante, advirtieron que esto será a mediano y largo plazo.
El resurgimiento del “Hecho en México”
Para el Gobierno federal, impulsar la fabricación mexicana se ha convertido en uno de los puntos troncales a acelerar dentro del Plan México, pues busca posicionar la economía entre las 10 mejores del mundo y producir dentro del territorio el 50% del consumo de productos.
Si bien esta estrategia es sexenal, este 2025 se planean obras y programas a corto plazo para fomentar la industria manufacturera y, a su vez, el movimiento de carga. Entre estos proyectos están el regreso de la campaña “Hecho en México”, la construcción y ampliación de carreteras federales y el inicio de 11 distribuidores viales.

De todos estos objetivos, el “Hecho en México” es el distintivo que el Gobierno retomó para impulsar la producción y consumo de lo nacional ante los retos derivados de la coyuntura internacional.
“El Plan México prevé darle instrumentos al empresariado para diversificarse, pero no debemos caer en el proteccionismo, sino presentarnos abiertos al mundo”, destacó Kenneth Smith al enfatizar que esta guerra comercial entre China y Estados Unidos puede beneficiar a México como un polo de atracción de inversión.
Las cifras más recientes de la actividad industrial ofrecen un panorama más amplio de la capacidad de México para convertirse en un hub logístico. En febrero, este indicador tuvo un crecimiento de 2.5%, el más alto desde agosto del 2020 y el primero tras dos meses de contracciones, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Este buen desempeño se debió al repunte en los sectores de la manufactura, construcción y minería.

Abrirse a mercados
Uno de los factores que ha impulsado el crecimiento de la economía mexicana es el T-MEC, que en 2020 sustituyó al Tratado de Libre Comercio y será revisado en 2026, ya que reforzó la integración económica en los tres países de Norteamérica y ha beneficiado, en mayor o menor grado, a toda la cadena de valor en la región.
Por ejemplo, México exportó a Estados Unidos bienes por un valor de 505,850 millones de dólares en 2024, y se consolidó como su primer socio comercial, al igual que en 2023 cuando desplazó a China, refieren cifras de la Oficina del Censo.
En cuanto al comercio total entre ambas naciones, que incluye importaciones y exportaciones, se alcanzó un monto histórico de 839,892 millones de dólares en 2024.
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Pero esta incertidumbre arancelaria ha hecho replantear escenarios y expertos ahora se cuestionan si México debe seguir dependiendo de un solo mercado.
“Es muy fácil el confort del T-MEC y la facilidad logística, pero es momento de pensar en la diversificación y en qué queremos como país”, expuso Claudia Ávila Connelly al destacar que hasta China tiene más diversificado su mercado que México.
Lo mismo concuerda Kenneth Smith desde su experiencia como exnegociador del T-MEC: “Lo importante es aprovechar la red de tratados comerciales que tiene México, son 14 con 50 países”.
Para abrirse a nuevos mercados, además de crear políticas como el Plan México, el país debe contar con un ecosistema que brinde certidumbre a los inversionistas, como la conectividad, la facilidad logística, la competitividad operativa y los costos de transacción (trámites, bloqueos y aranceles), concluyeron los especialistas.
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