El día en que salió rumbo a San Juan de los Lagos habría de ser el último de sus viajes. Al menos el último del que se tenga registro. No volvió. La noche del 4 de mayo de 2013, el autobús Viaggio 1994 de la empresa Rada Tours fue robado. Al menos eso es lo que dicen los documentos que el Ministerio Público local dejó traspapelados por más de ocho meses.

Así lo cuenta Mario Rada, joven transportista mexicano que heredó dos autobuses por parte de sus hermanos y que, tras la pérdida de su unidad más equipada, quedó prácticamente relegado del gremio. Es un hombre-camión que aún tiene un autobús, modelo 93, y que en lo que va del año ha hecho tres viajes. “Es muy modesto, no tiene clima ni es tan cómodo, ya casi nadie me lo quiere rentar”.

Cuando el operador del vehículo le llamó a Saltillo, Mario Rada se movilizó para levantar el acta por el robo de la unidad y, tras el papeleo de rutina, las autoridades de San Juan de los Lagos le dijeron que iniciarían las investigaciones. No fue así. Meses después, un policía federal le avisó que no había reporte de robo y que la unidad debía estar circulando “como si nada”.

Ya en enero de 2014, el transportista regresó a Jalisco para darle seguimiento a su caso. En efecto, las autoridades encontraron el expediente sobre el mismo escritorio. La única diferencia era la cantidad de polvo que había acumulado y la ineficacia en procedimientos que debieran ser de rutina. El Ministerio Público, ahora sí, había iniciado el trámite.

En su primera declaración, Mario Rada contó lo que el operador le había dicho: que se habían llevado el vehículo y que dentro venía el dinero que había recibido para gastos de operación. No sabía más. En el transcurso de los ocho meses perdidos, al dueño del autobús le habían informado sobre algunas inconsistencias en la versión del conductor.

Personas que afirman haber visto tanto al operador como al vehículo la noche del incidente le notificaron a Mario que “ya era tarde cuando todavía tenía el autobús y que eso que había declarado de que se lo robaron más temprano era mentira”. Además, otra persona le avisó que el conductor le había dado dinero para que se lo depositara a su esposa, justo después del presunto robo de la unidad.

Mario Rada amplió su declaración y el Ministerio Público indicó que llamarían a declarar al operador. Nunca lo hicieron. Cuando el dueño del camión volvió, en agosto de 2014, las autoridades le dijeron que no había nada que hacer, que no había línea de investigación y que el caso estaba prácticamente cerrado.

Y desde los hechos, ocurridos hace más de dos años, los ingresos de Mario Rada se vieron mermados, al grado de que hoy su principal fuente de ingresos es un taxi, pues el vehículo que aún posee “cada vez compite menos. Y pues no puedo comprarme uno más nuevo porque lo que deja el taxi nada más me da para vivir al día”.

Aquel Viaggio 94 tenía placas federales 630-RM7 y solo contaba con seguro por daños a terceros. Estimaciones del propietario calculan que su valor económico oscilaba entre los 400 y 450,000 pesos y hoy prácticamente no tiene esperanzas de recuperarlo. “Seguro ya hasta tiene otra carrocería o qué sé yo”.

Lo único que le queda, afirma, es contar esta historia, ya que mientras decidió no saber nada más del operador y en tanto las autoridades hicieron prácticamente nada, además de que no cuenta con los recursos para contratar a alguien que le diera seguimiento al caso, la vida tiene que continuar, y a sus 35 años, seguirá su camino, rodando sobre la autopista del sur.