Marco Antonio Cerón Alvarado tenía cinco años cuando supo que de grande quería ser trailero. Nació en Hidalgo y a esa edad vio cómo un amigo de su padre hacía maniobras en su tracto con remolque, y nunca se le fue la idea: habría de convertirse en operador. 

Nunca perdió de vista su sueño. Años después, cuando iba en la secundaria, sus padres le dijeron que al menos terminara ese nivel académico, pues para él lo más urgente era ya subirse a un camión, pues nunca le gustó la escuela. “Cambié la escuela por la carretera”. 

Y así fue, apenas cumplió quince años consiguió trabajo de trailero; aunque empezó con maniobras de patio, muy rápido le dieron su propio vehículo y ya nunca se bajó.

Justo como empezó en este negocio siendo tan joven, su 10-28 fue “El Chamaco”, pues la gran mayoría de sus compañeros eran mucho mayores que él, de tal manera que le tocó ser el más joven de la que no fue su generación. 

Y así se le quedó hasta la fecha, 33 años después cuando hace una valoración y confirma que nació para manejar tractocamión. pues no ha habido un solo día en que se aburra o le parezca pesado su trabajo. “Nunca te toca lo mismo y eso hace que todo este tiempo se haya pasado volando”.

Aunque ha trabajado para distintas empresas y ha recorrido casi todo el país, hoy labora para Transdiro y es un operador B1 que anda, principalmente, en la frontera de Nuevo Laredo. 

Recuerda, no sin nostalgia, los tiempos en que le metía mano al motor y gran parte de traer un camión al 100 era mérito del operador. Para él, tener un vehículo en óptimas condiciones y totalmente limpio es fundamental, pues se trata de su segunda casa. 

También refiere que se ha perdido mucho de la vieja escuela, como el saludo, la gentileza y la empatía en el camino, pues hoy, muchos operadores jóvenes no se detienen a ayudar a un colega o, peor aún, no devuelven el saludo, de tal manera que hoy, además, hay que lidiar con los egos e irresponsabilidades en la carretera. 

Un consejo que les da a las nuevas generaciones es que no se queden en la zona de confort, ya que para muchos, tener su propio tracto ya es suficiente, pero ahí no termina la cosa; de hecho, ahí apenas comienza. 

“Hay que moverse y construir algo mejor todos los días. Es la ventaja de nuestro trabajo, siempre tenemos la oportunidad de hacer las cosas mejor y eso se va traduciendo en mejores oportunidades, salarios y condiciones laborales, pero para eso hay que siempre intentarlo”.

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Para Marco Antonio “El Chamaco” Cerón, su familia es su motor, y aunque este es un oficio de sacrificio, a la larga también es un asunto de mucha satisfacción, razón por la que hoy, este conductor prefiere que sus hijos estudien y construyan algo que no los aleje tanto de casa.