La pandemia de COVID-19 en el país también modificó las operaciones de la cadena de suministro y distribución en el sector farmacéutico.

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Antes del SARS-CoV-2, los comercializadores y distribuidores de medicamentos y productos para el cuidado de la salud tenían posibilidad de anticipar las demandas de una forma planeada y organizada.

Rodolfo Von der Meden, Director Ejecutivo de Fármacos Nacionales (Fanasa), explicó que con el impacto de la pandemia y el paro de actividades económicas, muchas de las cadenas farmacéuticas no pudieron brindar servicio con normalidad, lo que impactó a la baja sus ventas.

En tanto, la farmacia independiente, al ser de cercanía, permitió a los consumidores caminar hasta el punto de venta, sin tener que desplazarse en auto o entrar a centros comerciales.

Esto le dio a las farmacias de la esquina una mayor relevancia de la que había tenido y cambió las reglas del juego en la distribución farmacéutica.

En México, el 25% de las farmacias, principalmente de cadenas de autoservicio y cadenas nacionales, concentran el 80% de las ventas de medicamento, indicó.

Las farmacias independientes componen el 76% de los puntos de venta y solo manejan el 20% de la venta de medicamentos, pero representan un reto muy importante en el intercambio de información y distribución.

Para Fanasa, trabajar con grandes corporativos que también operan de una forma muy sistematizada, permite un intercambio óptimo de información y colaboración estratégica. 

Esta empresa mexicana, dedicada a la comercialización y distribución nacional de un amplio portafolio de productos farmacéuticos, implementó tres cambios en sus operaciones con clientes y laboratorios farmacéuticos, a fin de optimizar los recursos e inventarios y obtener un buen nivel de servicio.

Primero, indicó Rodolfo Von der Meden, se solicitó a los laboratorios farmacéuticos información anticipada de qué productos iban a tener faltante, a fin de advertir a los clientes en la cadena de distribución, que son las farmacias, sobre las mercancías en desabasto y ofrecer sustitutos para así garantizar la mercancía en farmacia y no perder la venta. 

Segundo, fortalecer el trabajo colaborativo con las grandes cadenas regionales importantes para que compartieran información sobre modificaciones importantes en el consumo. De acuerdo con el directivo, los cambios en las compras de productos no son homogéneos. 

“No se comportó lo mismo en Tijuana o en Chihuahua, que en el centro de la República, que Mérida y Chetumal”, dijo, “había cambios importantes y rápidos, y aquí la agilidad fue un motor importante para nivelar los inventarios con el objetivo de seguir abasteciendo a los clientes”.

El tercer cambio fue reclasificar la relevancia de los medicamentos. Se dividieron en alto desplazamiento (productos para fortalecer el sistema inmunológico y respiratorio), mediano (relacionados con problemas digestivos) y bajo. 

Esta información se compartió con los clientes para que redujeran sus capas de inventario, de tal manera que pudieran mantener el mismo volumen que traían antes de la contingencia para ahora tener producto de una manera diferente, pero que les permitiera seguir vendiendo de una forma constante en todas las farmacias.

“Hacer esos tres cruces nos permitió acercarnos hacia la farmacia independiente, grupos regionales, nacionales y pudimos bajar los inventarios en el punto de venta, manteniendo nosotros un inventario bastante sano”, compartió.

El juego, agregó, se llama aprovechamiento en el capital de trabajo, y con esta planeación adecuada pudieron garantizar los número correctos y la distribución.

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