José Manuel está en su casa, almorzando con la familia. Es domingo y tienen planeado salir a dar una vuelta por el centro de Morelia. No es común que le toque descanso en fin de semana, así que mejor lo aprovechan para salir con su esposa y sus tres hijos. La vida de los operadores en fotografías matinales. 

Su teléfono suena. Es un número desconocido, pero contesta. Lo saludan de parte del Departamento de Recursos Humanos de una conocida empresa de autotransporte. Le explican que alguien lo recomendó y les gustaría invitarlo a colaborar con ellos. 

Mientras le dicen esto, él camina hacia la sala con su taza de café y se sienta en un sillón para escuchar mejor. Le cuentan del plan de carrera para los operadores, las prestaciones, el salario, las rutas. Él tiene ya vasta experiencia y sabe que lo que le están ofreciendo es una gran oportunidad. 

El único “pero” es que su base sería en Querétaro, le preguntan si estaría dispuesto a mudarse para allá, que incluso hay estímulos para conseguir vivienda, propia o rentada, y que su respuesta no puede esperar mucho. 

Cuando él intenta explicarles los pros y contras que le llegaron a la mente, la persona al otro lado del teléfono lo interrumpe y le dice que lo piense, que le volverá a llamar el martes. Una voz persuasiva. 

Tras colgar el teléfono regresa al comedor y les cuenta lo que le acaban de ofrecer. Su esposa y sus hijos ponen una cara de sorpresa, felicidad, dudas y hasta orgullo, pues saben que José Manuel es muy bueno en lo que hace, además de que no es la primera vez que le ofrecen trabajo aunque él no esté buscando. 

Pues lo voy a pensar, dice. 

El domingo continúa conforme al plan y el lunes, de vuelta al tractocamión en el patio de la empresa, el gerente de tráfico lo manda llamar, le dice que el jefe quiere verlo. 

Como si lo intuyera o, incluso, lo supiera, el dueño de la empresa le pregunta cómo está, cómo se ha sentido, que si todo bien. Pero claro, en este lugar, esas breves reuniones con los operadores son comunes, y es por eso que no fue tan sorpresivo. 

José Manuel le dice justamente esto a su jefe y le cuenta que ayer le habían llamado para invitarlo a trabajar en otra empresa, le dice el nombre. Le dice también que mañana le volverán a llamar y que él quedó de pensarlo. 

¿Y qué has pensado?, le pregunta.

No mucho, la verdad. Me pidieron mudarme a Querétaro, y aunque mi familia sí se vendría conmigo, yo sé que que en esta empresa no me falta nada. Y no sólo eso, sino que también puedo seguir creciendo. El trato aquí es inmejorable y por el dinero tampoco hay queja. 

El jefe lo escucha atento. Él sabe que gran parte de la filosofía de la empresa busca exactamente eso, que los operadores se sientan así, que confíen y que no se vayan a la primera de cambios. 

Ambos lo saben. Se despiden y José Manuel se sube al tractocamión, contento y satisfecho, pues está tranquilo y sabe que quedarse aquí será la mejor decisión, a pesar de que la oferta también era bastante tentadora. 

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Al día siguiente, cuando suena el teléfono, José Manuel contesta y no sabemos bien lo que dice, pero sí sabemos que seguirá, al igual que nosotros, Al Lado del Camino.