En México, el transporte consume el 48% de la energía, la industria el 29, y el uso residencial el 23 por ciento. Por ello, las alternativas para el transporte son mejorar su eficiencia energética, la renovación de la flota vehicular, el uso de autos eléctricos o híbridos, nuevas modalidades de transporte público, optimización de rutas y otros combustibles.

Explicó que el etanol tiene ventajas por ser un combustible puro o mezclado con gasolina, que se obtiene a partir de productos ricos en azúcares (caña, remolacha y sorgo dulce) o almidón (maíz y trigo).

“Sustituye a los petrolíferos, usa la infraestructura actual del transporte a diferencia de los combustibles a base de hidrógeno, puede ser renovable y contribuye a la seguridad energética y a la mitigación de gases de efecto invernadero; además, genera empleos y propicia el desarrollo rural y económico”, apuntó.

En nuestro país, existe un marco regulatorio desde 2008 y un alto potencial de producción, pues se pueden aprovechar residuos de bosques y de cultivos, como rastrojos de maíz y trigo, y bagazo de agave, concluyó.