La infancia de Oswaldo Reyes Muñoz fue como la de muchos otros niños hijos de operadores, con camiones a escala de juguetes, el freno de motor metido hasta la médula y las mejores vacaciones a bordo de ese monstruo acompañando a su ídolo en cada viaje, pero él nunca quiso seguir sus pasos y ser trailero. O al menos no mientras fue niño. 

Ésta es la historia de Oswaldo “El Cachetes” Reyes, 10-28 que le vino por una extraña condición en la que una mejilla es más grande que la otra, y aunque le han hecho revisiones y diagnósticos, no hay razón, sólo que creció más de un lado. 

Su padre maneja una nodriza desde hace más de 35 años, así que Oswaldo y su hermano mayor siempre disfrutaron acompañarlo y ver cómo subía y bajaba los coches nuevos, incluso aprendieron a manejar muy pronto, para ayudarle cuando se los llevaba de viaje. 

Era apenas un adolescente cuando fue padre por primera vez y se juntó con su pareja, pero la relación no duró mucho, así que Oswaldo se regresó a casa de su padre, pues su madre había fallecido años antes. 

En eso estaba cuando decidió poner una refaccionaria, pero el negocio nunca despegó. No tenía ni 20 años y parecía que no había mucho futuro por ahí, así que su padre, “El Montavacas”, lo llevó a su empresa para que aprendiera a manejar bien las madrinas y, eventualmente, conseguir trabajo. A ver si se hacía trailero.

Y así fue como aprendió, consiguió trabajo y lleva ahí más de 12 años, llevando y trayendo vehículos sin rodar a todos los rincones del país, y la percepción le cambió: hoy dice sin miramientos que el tractocamión es su pasión, que su trabajo es lo más importante después de sus hijos y su familia. Encontró su pasión. 

Pero no ha sido fácil, ya que también le ha tocado sacrificar mucho tiempo en casa, andar con muchos riesgos, algunos accidentes y la oportunidad de poder contarlo, ya que en alguna ocasión se le volteó el camión, aunque no pasó a mayores. 

Lo que más le gusta de ser trailero, además del propio camión y la soledad del camino, es el compañerismo que ha sentido desde el primer momento. En su empresa, en el camino y en cada lugar en el que se detiene para descansar ha encontrado a un colega que le tiende un brazo y siempre puede sentirse tranquilo. 

También la empresa, pues en CSI encontró una familia, en la que nunca les han quedado mal y se han preocupado por ellos y por todos los colaboradores, al grado de que no ha cambiado de trabajo en su carrera como operador. 

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Y aunque todavía es joven, él se ve conduciendo un buen rato hacia el futuro, para poder retirarse todavía en buenas condiciones y con la posibilidad de emprender algún negocio que le dé para vivir bien. 

Si alguno de sus hijos le dijera que quiere ser trailero, como él y como su abuelo, él intentaría persuadirlos, que siguieran estudiando y si ya tuvieran una carrera y siguieran insistiendo, pues ya no tendría más opción que apoyarlos y enseñarles bien. 

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