A finales de 2019, ocho jóvenes habrían de convertirse en la primera camada de operadores profesionales, capacitados y certificados en el nuevo semillero de la Canacar, ubicado en la Escuela de Artes y Oficios (EDAYO) de Cuautitlán Izcalli, en el Estado de México.

 

Si bien el EDAYO es una dependencia del Instituto de Capacitación y Adiestramiento para el Trabajo Industrial (ICATI), este centro de capacitación es resultado del trabajo conjunto entre el gobierno estatal y la delegación Valle de México de la Canacar, además de la donación de un simulador y un motor por parte de Freightliner.

 

Rigoberto Rodríguez, Director General del EDAYO Cuautitlán, explica que este proyecto se gestó en un año. Primero, conocer y atender los requerimientos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), luego analizar y valorar las condiciones del plantel y, por último, crear sinergias para hacerlo realidad.

 

“El programa de la SCT es muy claro. Las cartas descriptivas, infraestructura, procesos de formación, certificación de instructores, equipo, en fin, durante 12 meses estuvimos juntando esfuerzos, haciendo trámites, consiguiendo donativos, y al final pudimos materializar este proyecto”, detalla el directivo.

 

Canacar, sembrar para cosechar

Contar con el compromiso del EDAYO fue fundamental para que la Canacar pudiera hacer realidad este semillero. Axel Perea, Director de Operaciones Región Centro, señala que empresarios afiliados a la Delegación Valle de México contribuyeron con donaciones para el aula teórica: computadoras, mobiliario, tecnología, mientras que las instalaciones en Cuautitlán Izcalli son propiedad del Gobierno mexiquense.

 

Por la parte práctica, Freightliner ya había donado un simulador de conducción a la Delegación Valle de México, y ahora fue habilitado en un aula dentro del EDAYO, donde los aspirantes entrenan en condiciones muy semejantes a la operación real.

 

“También nos donaron un motor Mercedes–Benz, pues la capacitación integral de los jóvenes implica un módulo de mecánica y qué mejor que hacerlo con este equipo”, agregó.

 

196 horas para una certificación internacional

 

Éste es el tiempo que debe cubrir el programa de certificación de operadores para un estándar internacional, mientras que para uno nacional es de 180 horas. Como valor agregado, este nuevo semillero mexiquense ofrece las 16 horas adicionales para los que serán certificados en viajes locales.

 

Para esta primera generación, estas horas fueron cubiertas en un mes, pues los módulos estipulados por la SCT permiten la flexibilidad de hacer una programación de acuerdo con el ritmo y necesidades de cada órgano: en el caso del EDAYO, Rigoberto Rodríguez explica que las jornadas diarias oscilaron entre las ocho y diez horas de entrenamiento.

 

Por ejemplo, explica, temas como marco normativo, enfermedades comunes para el operador o tecnología en los vehículos son módulos que requieren cuatro o seis horas, de tal manera que pueden programarlos para un solo día, mientras que la práctica, al exigir más de 100 horas, se organiza de acuerdo con el avance de los aprendices.

 

“Si bien hay flexibilidad para cubrir las horas, la plataforma de la SCT nos pide cumplir con la programación, pues todos los días debemos subir la asistencia, los avances y las evaluaciones de cada sesión, a fin de que la dependencia tenga conocimiento de la evolución del programa”, agrega Rodríguez.

 

Para esto, el Centro de Capacitación para Operadores del Autotransporte Federal cuenta con cuatro instructores certificados por la SCT, expertos en marco jurídico, mecánica, informática y tecnologías del sector, pues al ser una formación integral, la especialización del personal es fundamental.

 

Hoy, el programa de la SCT estipula grupos, máximo de diez personas. De los ocho egresados de la primera generación, seis ya son empleados de empresas transportistas afiliadas a la Canacar, incluso fueron éstas las que pagaron su curso, que, además, tiene un costo accesible.

 

“Incluso tenemos un compromiso con los empresarios de la región, sobre todo los transportistas, pues saben que aquí estaremos desarrollando nuevos conductores y, en caso de que así lo requieran, éstos prácticamente podrían conseguir trabajo en estas organizaciones apenas concluyan su proceso”, agrega.

 

Hacia el patio de maniobras

 

Por último, Axel Perea explica que si bien hoy este centro tiene la capacidad para seguir produciendo operadores profesionales certificados, aún hay mucho por hacer, como la gestión que la Canacar está haciendo con el gobierno estatal para que les provea un patio de maniobras en las mismas instalaciones del EDAYO.

 

“En eso estamos. Y seguiremos gestionando para que se convierta en una realidad. Incluso, como en otros centros de capacitación en el país, estaremos promoviendo con los fabricantes de vehículos pesados para que nos apoyen con un camión escuela, pues ante el déficit de operadores en el país, el trabajo lo podemos hacer desde diferentes trincheras”, agrega.

 

Así que de cara al año que comienza, las personas involucradas en este proyecto confían en que este semillero siga dando frutos constantes, no solo por egresar más operadores, sino que éstos en realidad tengan una visión diferente de su oficio, pues no se trata de otorgar licencias o certificados, sino de cambiar el paradigma en torno al sector.

 

Eso sí, coinciden ambos entrevistados, la última y más importante prueba de los aprendices está en un tractocamión de verdad. Las empresas que les den esta oportunidad confirmarán que se trata de una nueva generación de operadores, con una nueva conciencia y con ganas de hacer las cosas mejor.

 

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