“Así pasa cuando sucede y ya no se puede hacer nada. Cuando naces para algo, tal vez así estaba escrito o fue el destino o dios o algo, pero no hay forma de esquivarlo”, así es como Arnoldo Guerrero intenta explicar su vocación como operador de autotransporte y, en pocas palabras, lo resume: yo nací para ser trailero, nací con ese chip.

Su 10-28 es “El Botas”, porque al igual que su oficio, desde siempre ha sido así, es su calzado favorito y nunca se las quita, casi ni para dormir. 

En el caso de El Botas, su recuerdo más lejano reposa en la cabina del tractocamión de su padre cuando él apenas tenía dos años. Olía a diésel, hacía calor y lloraba. Desde siempre le contaron que él quería a su mamá, pero en ese viaje sólo iban ellos dos, pues el niño insistió en acompañar a su padre. 

Se lo llevó y todo fue bien hasta que echó de menos el abrazo materno, pero desde aquellas lunas todos sabían que Arnoldo había nacido para trailero. No había un lugar en el que prefiriera más estar que en el tracto de su padre. 

Y así fue desde siempre y para siempre, pues apenas cumplió los 12 años, su padre le enseñó a manejar el tractocamión, le explicó de mecánica y hasta le enseñó a meterle mano y hacer talacha. 

En cuanto estuvo listo, consiguió trabajo y siempre recordó lo que su padre le decía: “ésta es una forma muy bonita de perseguir la chuleta, pues nunca te aburres y siempre aprendes”. 

Veinte años después, El Botas lo ha confirmado y está consciente de que lo que más le gusta de este trabajo es que es una forma honesta y noble de solventar las necesidades de su familia, al mismo tiempo que ha cumplido su sueño de toda la vida. 

Los paisajes, los lugares remotos y la cantidad de personas que ha conocido en el camino también han hecho de éste un viaje inolvidable. 

Hoy les dice a las nuevas generaciones que nunca se rindan y que si es posible imaginarlo y soñarlo, seguro es posible realizarlos. Todo siempre depende del ímpetu y las ganas que le pongan para construir algo, siempre y cuando las condiciones estén dadas.

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Hoy anda en la ruta de Saltillo a Nuevo Laredo, con su sonrisa y su buen humor, pues para él siempre ha sido clave devolverle una buena cara a la vida, pues a pesar de todas las circunstancias negativas, siempre tendrán otra oportunidad para hacer mejor las cosas.