Uno de los principales arraigos en la cultura de las empresas familiares está relacionado con las tradiciones y costumbres. En el autotransporte esto se ve todos los días y si bien algunas de las nuevas generaciones están profesionalizando la forma de hacer negocios, este cambio en la nueva normalidad no es asunto fácil. Al contrario.

En muchos casos, sin embargo, si atentas contra el status quo pareciera que estás traicionando una filosofía milenaria. Y esto va más allá de las brechas generacionales, pues la resistencia al cambio es acaso el principal reto al que se están y estarán enfrentando las empresas antes, durante y después del COVID-19.

Bajo esta premisa, Bernardo Torres. director general Uncommon Design Strategy, considera que la pandemia del COVID-19 tendría que convertirse en un punto de partida para este cambio, por muy doloroso que parezca, pues al final, las empresas que sobrevivan estarán obligadas a reinventarse.

Específicamente para el autotransporte, las áreas administrativas están demostrando que sí se puede trabajar a distancia y con metas claras, de tal manera que el arraigo de las ocho horas diarias de a poco irá perdiendo fuerza para ser combinado con un esquema mixto y más bien enfocado en objetivos, compromiso y responsabilidad.

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“Aquí es importante mencionar que la nueva normalidad vendrá de la mano de la transformación digital, pues, hoy más que nunca, las herramientas tecnológicas deben ser aprovechadas de la mejor manera a fin de garantizar la continuidad del negocio y crear más y mejores eficiencias en los procesos”, explicó Torres.

Y como en el autotransporte hay actividades que no se pueden hacer a distancia, la nueva normalidad también vendrá con nuevas regulaciones: la sana distancia, equipos de protección, normas y hábitos de higiene, pero el cambio de fondo debería estar en los tiempos muertos, en los procesos de carga y descarga, en la documentación, revisión y eficiencia de los puntos que antes más bien eran “viejas costumbres”.

De esta manera, agrega el especialista, la pandemia del COVID-19 tendría que traducirse en un wokeness o despertar colectivo, a fin de que todas las industrias tomen consciencia de que no solo se trata de generar riqueza, sino de distribuirla y que su actividad tenga un impacto social importante, pues hoy queda demostrado que todos son vulnerables y mientras mejor se sienten las bases, más preparados estarán para enfrentar cualquier contingencia o emergencia.