Hoy en día la economía mundial se caracteriza por la aparición de nuevos y poderosos protagonistas. La prosperidad de los continentes dependerá de la capacidad de todas sus regiones para seguir formando parte de una economía mundial integrada. Para que esto ocurra, será esencial contar con conexiones de transporte eficientes. Por ello restringir la movilidad no es una opción ni una solución. Preservar la movilidad será posible solo haciendo que ésta sea sostenible.

Resulta realmente interesante analizar que el sistema europeo de transporte se ha desarrollado en un contexto de petróleo generalmente barato, con infraestructuras en expansión, liderazgo tecnológico, y restricciones medioambientales limitadas, sin embargo ahora tiene que adaptarse a una coyuntura diferente en la que el crecimiento de las economías emergentes y de la población mundial ejercerán sin duda presión sobre los recursos naturales.

Como hemos mencionado en otras entregas si no se actúa, el transporte continuará dependiendo casi completamente del petróleo y siendo especialmente vulnerable a dos potentes factores: el desequilibrio creciente entre la demanda y la oferta mundial de petróleo y la necesidad de reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

La sustitución del petróleo será inevitable. Esto no constituye solamente un gran reto, sino también una oportunidad para replantear la forma en que la movilidad está organizada en nuestra sociedad y para plantear una serie de problemas graves todavía pendientes de solución: niveles elevados de congestión, ruido y contaminación atmosférica en las ciudades; miles de muertes y millones de lesiones en las carreteras.

El reto tecnológico también ofrece una gran oportunidad. Una transformación profunda puede traer progresos considerables a un sistema de transporte que, de otra forma, mejoraría su eficacia marginalmente. Los niveles de servicio no necesitan verse comprometidos frente a las nuevas restricciones. Los cambios estructurales en el trasporte pueden mejorar la calidad de vida y del medio ambiente preservando simultáneamente la libertad de viajar de las personas y la competitividad de la industria.

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Cómo mejorar el transporte

La transformación del transporte para hacerlo más eficiente, limpio, seguro y fiable no será posible solamente con un pequeño número de intervenciones seleccionadas. El transporte es un sistema complejo basado en la interacción entre la infraestructura, los vehículos, la tecnología de información, las normativas y el comportamiento. Todos estos elementos deben formar parte de una visión común para el cambio.

Soluciones que son impracticables o que tienen escaso impacto si son adoptadas por solamente unas pocas personas y operadores, pueden convertirse en eficaces si están en el centro de un nuevo sistema: la producción en serie puede hacer disminuir el costo de las tecnologías limpias; la frecuencia y seguridad del transporte público aumentarán si hay más usuarios; volúmenes suficientes pueden justificar corredores específicos para mercancías que garanticen un transporte más confiable.

La tan mencionada transformación del transporte es también una gran oportunidad para la industria de fabricación de vehículos y equipos y para los operadores logísticos, ya que prácticamente en todas las regiones del mundo se enfrentarán restricciones similares de los recursos al tiempo que seguirá creciendo la demanda mundial de movilidad.

 Moviéndonos por carretera

semana_movilidad_UGT_sept2013La movilidad personal y, en particular, el transporte por carretera es un problema mundial. La International Energy Agency prevé que el número de vehículos en el mundo aumente de 750 millones a más de 2,200 millones en 2050. Estos vehículos tendrían que ser mucho más ecológicos y eficientes que en la actualidad. China ya es el mayor mercado automotriz del mundo, pero también tiene un programa de grandes inversiones en ferrocarril.

De forma más general, la capacidad de reducir al mínimo el uso de recursos que antes eran abundantes será la clave de la competitividad futura. En la práctica, el trasporte tiene que utilizar menos energía y más limpia, y explotar mejor una infraestructura moderna.

Es un hecho que los gobiernos tendrán que tomar muchas decisiones en el futuro inmediato –qué infraestructura construir, en qué tecnología invertir, qué equipos comprar– y éstas tendrán consecuencias durante varias décadas futuras y por tanto deben estar guiadas por una visión del futuro.