Cuando Brisa Berenice Rodríguez Ávalos tenía 17 años veía cómo llegaban las ollas revolvedoras a la planta cementera que estaba por su casa, especialmente a una conductora que manejaba una de color morado, muy llamativa; se imaginaba que debía ser bien difícil hacer ese trabajo, pero nunca desistió de ese interés surgido a temprana edad. 

Aunque su padre y su abuelo eran traileros, en su casa no había posibilidad de imaginar que un día le enseñaran a manejar, incluso casi no la dejaban subirse al tracto cuando era pequeña, así que más bien estas ganas surgieron ya en la adolescencia. 

Desde los 16 años entró a trabajar como cajera a una tienda de conveniencia, justo en una gasolinera en la que también pasaban a cargar diesel los camiones y tractocamiones; siempre los veía de lejos y quizá le surgía un pensamiento nostálgico y les decía que se verían en el futuro. 

Ya entrada en los veintes se casó y fue mamá, primero una, luego dos y años después nació su tercera hija, pero para esa época ya era madre soltera y seguía trabajando en el mismo lugar. 

Hasta que el destino llegó a la cita, en 2017, cuando se abrió una escuela para operadores y operadoras en Concretos Moctezuma. No lo dudó y supo que esa era su oportunidad para cumplir aquel sueño, pero también para ofrecer a sus hijas una mejor calidad de vida.

Acudió, se preparó y fue contratada. Aunque nunca ha tenido un incidente mayor, recuerda que no fue fácil, porque históricamente este trabajo ha sido “para hombres”, de tal manera que no siempre contó con la mejor disposición o el mejor trato por parte de sus colegas o, incluso, de los clientes. 

“Por fortuna para todos, cada vez somos más mujeres manejando camiones, y eso ha permitido que las condiciones mejoren, pero todavía falta mucho por hacer, sin embargo, para mí sí ha representado una gran oportunidad en lo personal, en lo profesional y también en lo en lo económico”, afirmó para TyT.

Después de su primer trabajo al volante, dio las gracias y se cambió a Holcim, donde se ha seguido preparando y profesionalizando, pues se trata de un trabajo muy especializado que, además, le ha permitido estar cerca de sus hijas y verlas crecer. 

Cuando le preguntamos que si a sus hijas les gusta el camión, ella responde que solo a la más pequeña, que ya tiene ocho años. También sabe y está consciente de que si alguna le dijera que quiere seguir sus pasos, las apoyaría. 

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A sus 41 años, su proyecto de vida está en el volante, pues mientras tenga salud, ella seguirá manejando, construyendo un mejor futuro para ella y para sus hijas. 

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