Emiliano había nacido con el gusto por los tractos muy marcado. Sus padres invirtieron sus ahorros y echaron a andar dos camiones, para mantener a la familia. Sus dos hijos eran pequeños y pensaron que podían construir un patrimonio. Así es como inicia la historia de CyTrell.

Al principio todo era un poco improvisado. Una empresa sin nombre, un proyecto que vivía al día y un trajín desordenado. Y así fueron creciendo sus dos hijos mientras el negocio familiar apenas lograba mantenerse a flote. 

Cuando Emiliano León, el hijo menor, cumplió 18 años, se le hizo fácil subirse a uno de los camiones y empezar a trabajar. Nadie le había enseñado a manejar ni a hacerle talacha. Nada. Como dios le dio a entender se puso a manejar.

Pero el gusto le duró apenas unas semanas pues luego luego lo desvieló. Ya estaba viejito, pero igual aguantaba los fletes locales, sobre todo en Puebla. Aunque ellos son de Querétaro, casi todo el trabajo era para la “Ciudad de los Ángeles”.

Dieciséis años después, Emiliano recuerda que le tomó dos años y muchos ahorros arreglar ese camión. Para eso tuvo que usar el segundo tracto y no descansar hasta pagar la compostura del otro: claro, además de sacar los gastos de operación.

Una vez repuso el camión que había descompuesto, se decidió y quiso crecer el negocio. Formalizarlo, profesionalizarlo y generar empleos bien remunerados, tanto para operadores como para las primeras personas encargadas de la administración. 

“Era un sueño, pero al parecer sí se podía. No quería endeudarme mucho, pero mi mamá me dijo que era la única forma de obligarme a hacerlo, que de lo contrario me gastariá el dinero en otras cosas. Le hice caso y compré un camión que un señor me dio a crédito”, recuerda Rodolfo Emiliano León López.

De hecho el nombre de la empresa lleva sus iniciales, precedidas de una T, por transporte. Ya después Emiliano le agregó la letra C, por consultoría, de tal  manera que el nombre completo es Consultoría y Transporte Rodolfo Emiliano León López: CyTrell.

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Y es que el tema de la consultoría llegó cuando Emiliano terminó la carrera de Ingeniería Industrial e identificó una oportunidad para asesor a otras empresas de transporte, no solo sobre la gestión de flotas, sino también en administración, negocios y relaciones comerciales. 

Pero antes de eso tuvo que sortear las finanzas del crecimiento, pues de pronto ya tenía más deuda porque adquirió remolques seminuevos, camiones de año-modelo más recientes y aunque sí salía, el gran reto era la administración. 

Ya para ese entonces contaba con personal que se hacía cargo de cada actividad, y de a poco sus papás se fueron deslindando de la operación, aunque actualmente siguen participando en la empresa, al igual que el hermano mayor. 

En el camino de la profesionalización, señala para TyT, considera que el principal reto es saber crecer, pues él, con poca experiencia, al principio fue víctimas de estafadores y clientes fanstama, que le daban viajes, pero nunca los pagaban. 

Hoy ya tiene procesos más robustos y ha conseguido clientes importantes, principalmente en rubos de la paquetería y última milla, aunque sus camiones andan por todo el país. La oficina central está en Tequisuiapan, Querétaro, pero su patio principal está en Tepotzotlán, en el Estado de México. 

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