Desde que era niña, a Raquel le gustaba cantar. Una pasión muy temprana que la acompaña hasta el presente marcó buena parte de lo que haría para ganarse la vida. No solo educó su voz, sino que lo hizo a nivel profesional y nunca ha dejado de cantar. Lo de fundar Transportes VIGU es otra historia, y aquí nos la cuenta.

Cuando tuvo que elegir una carrera, escogió Negocios Internacionales. A pesar de que su papá es socio en una empresa de autotransporte, ella nunca contempló trabajar con él. De hecho no estaba tan claro que hacia el final de la universidad, uno de sus profesores le sembró la idea. 

Resulta que aquel docente trabajaba como director de Logística para Georgia Pacific. Al terminar esa clase, les dijo que había mucha demanda de transporte terrestre, que sufrían porque no había suficientes vehículos para completar el servicio. 

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Ella recordó que en el patio de la empresa de su papá, en Toluca, había una vieja camioneta de tres y media, abandonada y seguramente descompuesta. Ese día solo le preguntó al profesor que si le daría carga, en caso de conseguir un vehículo. La respuesta fue afirmativa. Con esa idea nació Transportes VIGU.

Fue con su papá y le preguntó por la camioneta. Él le dijo que si la quería, podía usarla, pero que debía arreglarla y ponerla al cien. Así lo hizo. Le tomó una semana y volvió con el profesor, quien cumplió con su palabra. El trabajo rápido le exigió comprar otro vehículo, pero ella no tenía el capital. 

Su hermana en ese entonces tenía un negocio rentable. Raquel le contó de su emprendimiento y le dijo que si se animaba a invertir. Vendió el negocio y, junto con su novio, compró una segunda camioneta que rápido se puso a trabajar. 

Así inició todo.

Así fue como empezaron los primeros fletes. Raquel Villegas Gutiérrez terminó la carrera y rápido consiguió un trabajo para una farmacéutica israelí. Se hizo cargo de las importaciones y exportaciones de todos los insumos. 

Fue ahí cuando vio en vivo la dimensión del transporte. El potencial, las exigencias y la responsabilidad que implicaba. Mientras ella trabajaba para esta empresa, su camioneta hacía lo propio para el profesor. 

No lo dudó y le dijo a su padre que le vendiera el vehículo. Mientras ella trabajaba para pagar el vehículo, su afición por el canto le seguía dando trabajo los fines de semana y eso le alcanzaba para solventar sus gastos. 

Siempre pudo alternar sus dos pasiones. Incluso, tuvo oportunidad de participar en La Voz, un programa televisivo cazador de talentos con potencial para cantar. Fue una gran experiencia para ella y cantar es algo que sigue haciendo. 

Años más tarde, un empresario en Cancún la invitó a cantar en Xcaret. Para ese entonces, su mamá y su hermana también administraban Transportes VIGU, de tal manera que les pidió apoyo para aceptar la oferta. Estuvieron de acuerdo y se fue tres años a cantar al Caribe mexicano. 

Fue cuando su hermana se casó y se embarazó cuando Raquel tuvo que regresar, pues la operación así lo requería. Volvió y siguió administrando la flota junto con su madre, Angelica Raquel Gutiérrez Hernández.

Aunque Transportes VIGU -que debe su nombre a los apellidos de Raquel- es una empresa con ocho años de vida, su fundadora puede contar todo tipo de historias, como el año pasado cuando no fue fácil sortear las vicisitudes. 

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Compró una camioneta que a los tres meses le robaron; su primer operador, el primero que confió en ella cuando no tenía experiencia, falleció también el año pasado. Ella creyó que eran señales de la vida, pero su familia le dijo que eran gajes del oficio, que no se rindiera. 

Incluso aprendió a manejar por la falta de operadores. De ser necesario, ella hace algunas maniobras y agiliza los procesos. También se ha metido debajo de los camiones para entender lo que dice el mecánico y comprender cuando un operador habla sobre los rendimientos. 

Está contenta, pues la salud, la juventud y la familia le dan esperanza para saber que seguirá construyendo este sueño durante muchos años más. 

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