El que no tranza no avanza, qué tanto es tantito, el peor viaje es el que no llega, con una “Sor Juana” todo se puede, écheme la mano, deme la atención.. . y un sinfín de letanías asociadas a la revisión de las autoridades al autotransporte para seguir el camino sin mayores contratiempos.

Una cultura de corrupción de la que pocos están exentos ha hecho que haya empresarios y operadores que, incluso, consideran este factor dentro del costo total de operación. Sin embargo hay quienes simplemente no participan en estas malas prácticas. Y no solo en la capacitación, sino en la autorregulación.

Antes de cada viaje, un operador de Pitic, por ejemplo, es responsable de confirmar que lleva toda la documentación necesaria: de la mercancía, del remolque, del vehículo y, por supuesto, la suya. Permisos de conectividad, carta porte y cualquier papel que pudiera necesitar en el camino.

Por parte de la empresa, el protocolo de los conductores para actuar ante cualquier incidente depende, en gran medida, de que el operador sepa que cumple con las normas. Este proceso de autorregulación abona para que los operadores sepan que no hay más que cooperar con las autoridades y, bajo ninguna circunstancia, se presten a actos de corrupción.

“En este sentido, el mismo operador también se autorregula. No conducir cansado, cumplir con sus revisiones médicas, respetar los límites de velocidad y paradas autorizadas. Si el mensaje es claro desde arriba, permear a toda la organización es una consecuencia en beneficio de todos”, señaló Gilberto Palomares, director general de la compañía.

Al respecto, Guillermo de la Cruz, Coordinador Nacional de las Escuelas de Operadores de Transportes Castores, explica que la formación de conductores debe ser integral y que, específicamente en el tema de autorregulación, ellos saben que desde que salen del patio de la empresa se convierten en sus embajadores, de tal manera que todo lo que hagan y no hagan es a nombre de la compañía.

“Hacemos mucho hincapié en la importancia del servicio y el cumplimiento de las normas. Al final del día, son los operadores los que tratan con los clientes y con frecuencia lo hacen después de conducir muchas horas e, incluso, por días. El papel de la empresa, en este sentido, es dotarlos de todo lo que requieren para hacer mejor su trabajo, y no solo hablamos del camión, sino del conocimiento y capacitación constantes”, señala.

Y así como los operadores son la pieza medular de la empresa, agrega, el personal técnico y mecánico también juega un papel clave para que el conductor haga mejor su trabajo. Por eso también se le capacita en inspecciones oculares de la unidad, antes, durante y después de cada viaje.

“Frenos, llantas, paredes del remolque, que no le entre agua, que esté limpio, en fin, todos estos son aspectos que muchas veces se dan por hecho, pero es importante que tengan conocimiento, al menos visual, ya que no es su trabajo, pero nunca está de más saber que algo no luce como tiene que lucir”.

La coordinación con su jefe de Flota, Monitoreo y Seguridad también es clave para solventar cualquier contratiempo. Si hay un tema que no se pueda resolver a distancia, valoran si es posible llegar a un siguiente punto donde pueda solucionarlo o, de ser necesario, enviar auxilio.

Por último, ambos entrevistados coinciden en que la forma en que una empresa trata a un operador se verá reflejada en cómo éste se relaciona con los clientes: respeto, amabilidad o valores contrarios. “No podemos exigirles que den algo que nosotros no les damos. Por eso es importante la calidad del servicio que ellos ofrecen a partir de la calidez en el trato que reciben”, remató Palomares.