A pesar de que Autolíneas Regiomontanas fue fundada en 1965, existen dos fechas claves antes, pues fue en 1959 cuando los hermanos Florencio y Gerardo Flores compraron su primer tractocamión. 

Pero doce años atrás, desde 1947, Gerardo ya manejaba un vehículo de carga para transportar huevos, gallinas, ropa, calzado y abarrotes para luego vender estos productos en los pequeños pueblos de la región.

Ya con su primera unidad propia, Gerardo Flores se puso a trabajar como permisionario para distintas empresas de la zona, lo que le permitió recorrer todo el país transportando todo tipo de mercancías. 

Con esos años de experiencia y cuando los hermanos Flores ya tenían 15 camiones fue que fundaron formalmente Autolíneas Regiomontanas en 1965. Durante ese periodo su operación se basaba en transportar naranja a la zona norte del país; hacia el pacífico llevaban toda clase de productos, aunque en su mayoría era varilla, mientras que a la Ciudad de México movilizaban cerveza.

Al ser tiempos antes de la desregulación del transporte, Autolíneas Regiomontanas trabajaba en una ruta definida, de tal manera que corrían sobre la Monterrey-México, y fue también cuando, además de ofrecer servicios de transporte de carga regular también lo hicieron con el servicio especializado. 

Un gran hito se dio en 1974 cuando ahora fundaron la empresa Autolíneas Reyneras, en la que también se hicieron socios los hermanos Flores, de tal manera que el reto se volvió mayúsculo, pues desde entonces se especializaron en empresas que ofrecían mucha calidad en el servicio de fletes. 

Años más tarde, con la llegada de la desregulación en 1989, ambas empresas tuvieron la oportunidad de viajar hacia cualquier punto de la República Mexicana, pues así lo exigía el mercado y así fue como lo hicieron para seguir creciendo y consolidando su oferta de cara al cambio de siglo. 

Este hecho provocó un crecimiento importante de la empresa, ya que pasaron de los 50 a los 350 camiones, así como más de mil remolques, y así ambas empresas contaban con una infraestructura financiera, operativa y de organización sólida, lo que les permitía operar con flexibilidad y dinamismo.

Uno de los rasgos más distintivos de ambas empresas es que están forjadas en una tradición de lucha, lo que les ha dado una visión progresista del sector. 

Otro diferenciador ha estado relacionado con el entrenamiento y la capacitación constantes para sus colaboradores, con especial énfasis en los operadores, pues desde siempre fue una prioridad formal profesionales del volante. 

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Por el lado del prevención, la seguridad vial y el cuidado de su parque vehicular, Autolíneas Regiomontanas desarrolló robustos programas de mantenimiento preventivo, lo que ha permitido tener una operación sana en la gran mayoría de los casos.

La empresa abrió oficinas en Celaya, Guadalajara, Querétaro, Ciudad de México, Nuevo Laredo, Altamira, Monterrey y Minatitlán, para seguir creciendo en carga regular (completa, arrastre y consolidada) y especializada (productos químicos y plásticos a granel o envasados).

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