Hace 19 años, Altamira Logística de Carga inició como un proyecto entre dos hermanos que vieron una oportunidad de negocio: uno en la operación y otro en lo administrativo. Así, con fe y tres camiones emprendieron el camino.
Pero la historia tiene un antecedente muy importante, ya que uno de ellos, Bernabé García González, siempre tuvo una gran pasión por los coches: desde niño tuvo el gusto por todo tipo de vehículos, ya fueran de juguete o de verdad, hasta que le aprendió a la mecánica.
El otro hermano, Gabriel, era más bien de oficina y muy rápido se empleó en distintas empresas. Sus caminos se habían separado buscando cada uno el sustento para sus propias familias.
Previo a la fundación de Altamira Logística de Carga, Bernabé le compró un camión a un amigo y se puso a trabajarlo. Se llamaba “La Chatitta Guerrera” porque nunca lo dejó tirado y desde entonces se puso a hacer fletes trasladando chatarra. Debió ser por allá del año 2000.
Ya por el año 2004, ambos hermanos platicaron sobre la posibilidad de poner juntos su empresa: uno sabía manejar y le gustaban los camiones mientras que el otro ya tenía la experiencia necesaria para administrar el negocio.
Así que juntaron sus ahorros y compraron dos unidades más, para iniciar Altamira Logística de Carga con un parque vehicular de tres camiones. Y eso sí, con muchas ganas de crecer y consolidarse.
Pero como suele pasar, los principios no son fáciles, ya que muchos clientes preferían dar los viajes a quienes cobraban más barato, y en el caso de esta empresa, ellos sabían que su servicio era el principal diferenciador, así que tuvieron que construir su reputación y su propio valor agregado.
“Les tocó picar piedra, ya que el transporte siempre ha estado muy erosionado, y mi papá y mi tío sabían que no habría mucho futuro si se ponían a competir por precio, así que buscaron opciones, clientes y de a poco fueron sorteando los retos que se les fueron presentando”, relató Alejandra García, hija de Bernabé García y responsable de la operación en la actualidad.
Justo cuando empezaron a crecer su flota y a consolidarse con aquellos primeros clientes, Gabriel decidió separarse de la empresa, ya que su familia estaba en Canadá y decidió mejor irse para allá.
No fue una decisión fácil, ya que su administración era fundamental para el sano funcionamiento de Altamira Logística de Carga, y aunque fue un proceso de transición y el mismo Gabriel recomendó a colegas para suplirlo, superar este momento tomó su tiempo.
Ya con esta siguiente etapa para la empresa, consiguieron un contrato muy importante con una cervecera que los contrató para mudar toda su planta de producción hasta Obregón, de tal manera que ahora habrían de consolidarse en segmento sobredimensionado.
“La diversificación ha sido clave en la historia de Altamira Logística de Carga, ya que si bien la esencia había sido la operación en el puerto, de a poco fuimos incursionando en otros nichos, como en caja seca, refrigerada y recientemente en las nodrizas”, agregó Alejandra García.
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Este contrato fue un hito, ya que aquellos camiones del principio eran modelos 79 y 80, y ahora, en 2010, ya tuvieron acceso al financiamiento para comprar unidades nuevas con Kenworth. Sin embargo, “La Chatita Guerrera” siempre conservó un cariño muy especial para la empresa y para la familia.
Y así se ha escrito el crecimiento de la empresa, al grado de que hoy emplea a casi 100 personas y cuenta con una flota cercana a las 80 unidades. Entre sus planes está ampliar su presencia en el Puerto de Manzanillo.
Como dato curioso, Alejandra García explica que si bien el nombre de la empresa podría solamente referir a una ciudad, para ellos es arraigo, origen y destino: mucho orgullo de ser del puerto y trabajar para él.
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