Era la una de la mañana de este jueves 15 de febrero cuando Rosy se detuvo en la estación de servicio de siempre para llenar el tanque, estacionar el tracto y dormir toda la madrugada. El anuncio del paro nacional de transporte hizo que la empresa en la que trabaja tomara sus precauciones. 

Había cargado pacas en Culiacán y debía llevarlas a Guadalajara, de tal manera que la indicación fue que pasara la noche en esa estación, pues se trata de un lugar seguro y en el que nunca faltan los colegas. 

Cuando amaneciera, le dijeron, debía primero recibir el reporte de la empresa para saber si habría paso, pues un grupo de transportistas había anunciado el paro nacional y el cierre de distintas carreteras en el país. 

Cuando el sol ya estaba bien despierto, le indicaron que que mejor se esperara ahí, pues había tramos tomados más adelante y que de cualquier forma no iba a poder completar el viaje en tiempo y forma. 

“Mejor detenernos aquí, en lugar de que nos toque el paro donde no hay baños, comida y quién sabe por cuánto tiempo”, afirma. 

A lo largo de la mañana y todavía empezada la tarde, Rosy siguió atenta las redes sociales, las noticias, los grupos de operadores y, por supuesto, la indicación de la empresa. Todavía no era momento. 

En todo ese tiempo, llegaron y se fueron otros operadores. En general había consenso de que el paro nacional tenía afectaciones para todos, no sólo para ellos, pero que de alguna manera era una medida para reclamar un beneficio para todos. 

Se trata de la seguridad para los profesionales del volante que siguen siendo robados, violentados y asesinados en las carreteras. Un problema no nuevo, pero sí en constante crecimiento. 

Mientras unos decían y otros agregaban, Rosy los escuchaba con atención y coincidía con ellos, pues también a ella le ha tocado ser víctima de la delincuencia al volante. 

Y también agradeció que fuera la propia empresa en la que trabaja la que los previno para no quedarse varada en la carretera. Un mal menor por un bien mayor. 

Ya más tarde, cuando le dieron la indicación de retomar el camino, ella se sintió segura y todavía fue viendo que había algunos asentamientos, pero nada grave, de tal manera que pudo completar la ruta sin mayor percance.

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La organización, la comunicación y la previsión como forma de operar hicieron posible que esta historia tuviera un final feliz. Sin embargo, Rosy sabe que no hay que bajar la guardia porque ella seguirá, al igual que nosotros, Al Lado del Camino.