Aunque el 10-28 de este operador (Jordan) nos deje ver de qué va su historia, su llegada al autotransporte no es para usual, ya que tuvieron que darse hechos muy particulares para que este joven de entonces 15 años se abriera camino como operador profesional.

Y es que a Jesús, desde que iba en la primaria, lo que más le gustaba era el basquetbol. Recuerda haber visto a los Chicago Bulls en la televisión cuando ya iba en la secundaria y en la preparatoria, y siempre su ídolo fue Michael Jordan. 

De hecho con sus ahorros se compró unos tenis de esa marca y también la camiseta original de los toros. Apenas salía de la escuela, se ponía a jugar basquetbol, los fines de semana, todo el tiempo. Cuando en la escuela le preguntaban qué sería de grande, su respuesta siempre era la misma: basquetbolista. 

Así era su vida hasta que en un verano, justo cuando terminó la preparatoria, estaba echando una reta con los amigos de su colonia. Uno de ellos ya manejaba un torton y hasta lo había estacionado a lado de la cancha, para presumirles que él ya tenía un trabajo de adulto. 

La mayoría no trabajaba y alguno que otro despachaba algún negocio igual por la zona, pero él ya trabajaba de lleno porque la escuela nomás no se le daba. 

Jesús quería trabajar esas vacaciones justo para comprarse los nuevos tenis de Michael Jordan, y al terminar la reta, les platicó a sus amigos; el que ya conducía camión le dijo que se fuera con él, que estaban contratando y que podía ganarse unos 2,000 pesos a la semana. 

A mediados de los noventa eso era una fortuna, sobre todo para un chico de 17 años que necesitaba 950 pesos para los tenis último modelo. 

Le preguntó a su amigo que qué tenía que hacer, que si podían contratarlo sólo por las vacaciones. Él le dijo que no era necesario advertir el tiempo, que entrara a trabajar y que al mes o al mes y medio cuando ya tuviera que regresar a la escuela, podía renunciar. Y se llevaría un buen dinerito. 

Así le hicieron. Incluso lo mandaron de aprendiz con el amigo, para que le enseñara a manejar, a cargar y a descargar las cajas con muebles de oficina. Los llevaban de un lado a otro y también debían hacer las maniobras de acomodo y todo eso. 

Muy rápido le halló el modo al camión y a la semana siguiente ya traía él también su propio torton, y la paga era mejor, así que pensó que si se quedaba un semestre o un año, podía juntar más dinero para irse a Chicago a un partido de los toros, su más grande sueño a esa edad. 

Ya con el dinero de dos semanas y sus tenis nuevos, les avisó a sus papás que no iría a la universidad el primer año, que había conseguido un buen trabajo y que prefería ahorrar mucho para ir a conocer a su ídolo deportivo. 

Lo vieron tan seguro, que no se opusieron. Y así lo hizo. Durante un año entero juntó todo el dinero que pudo para lograr este sueño ahora mezclado entre el basquetbol y el volante. 

No habían pasado los 12 meses cuando ya tenía su pasaporte y visa y el trabajo había bajado considerablemente, de tal manera que le adelantaron sus vacaciones y se fue a Chicago. 

La historia del partido de basquetbol cuando conoció a Michael Jordan merece un capítulo aparte, pero para él fue una señal, de tal suerte que a su regreso dejó definitivamente la escuela y se dedicó de lleno al volante. 

Ajustó un poquito su expectativa y en lugar de quererse como Michael Jordan, pensó que sería mejor convertirse en un gran fanático de los Chciago Bulls, les seguiría los pasos hasta donde pudiera. 

Y el sueño le duró unos seis años porque ya cuando iba a cumplir 25 se casó y se convirtió en papá. Ahora se dedicaría a criar a un nuevo entusiasta de los toros de Chicago. 

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Hasta la fecha sigue jugando partidos de basquetbol en su colonia, con nuevos y viejos amigos. La vida de operador, 25 años después, le ha demostrado que tomó una buena elección de vida, ya que este trabajo le ha permitido materializar muchos otros sueños. 

Su 10-28 no podía ser otro.