En los últimos años, los índices de robo al autotransporte han registrado un crecimiento sostenido a doble dígito. Incluso en 2020, con la pandemia, la situación no fue distinta. El robo nuestro de cada día es parte de la ecuación y las flotas deben hacer lo necesario, o lo posible, para mantenerse a flote y no sufrir un camión robado. 

Hace unos meses, uno de los tractocamiones de Transportes Calesa fue robado en Coatzacoalcos, Veracruz, frente a las instalaciones de Cemex a las once de la mañana. A partir de experiencias pasadas, el dueño de la empresa, Rodolfo Cano, señala que el mejor escenario es que la unidad no aparezca. 

Sin embargo llevó a cabo el protocolo de la denuncia, las investigaciones y el seguimiento. El camión apareció, sin remolque y sin mercancía. La grúa arrastró al vehículo y, de acuerdo con el director general de Calesa, ahí empezó el vía crucis. 

“Apenas llegamos al MP y empezó todo. Se aprovechan de que hay pandemia y nos dan cita para dentro de más de un mes, para levantar el acta. Todo ese tiempo el camión debía permanecer bajo resguardo en un corralón y pues ya sabemos cómo se las gastan para cobrarte esa pensión así que buscamos otras alternativas”, señala el entrevistado. 

El empresario llegó a un arreglo y le concedieron una cita dentro de tres días, eso sí, debía presentarse con todo tipo de documentos, “hasta la fe de bautismo”, bromea aunque no necesariamente exagera Rodolfo Cano. Era viernes y los tres días para la cita debían ser hábiles, a pesar de que el corralón cobra por días naturales. 

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Volvió cuando le indicaron y hasta eso el trámite fue rápido. Le sobraban documentos. El siguiente problema vino cuando llegó al depósito vehicular. Por un arrastre de 5 kilómetros debía pagar 40,000 pesos. “Para que yo cobre eso por un flete debo recorrer unos mil kilómetros, y debo hacerlo en tiempo y forma. Ahora imaginemos al de la grúa que me quería cobrar eso”.

Sin mencionar el trato que recibió en ese y otros corralones en los que ha tenido que sacar algún vehículo. “Infrahumano”, asegura. “No dan factura, no hay manera de justificar su tarifa, nada. Y no tenemos opción. Dependiendo de cada empresa, pero un camión parado deja de producir cerca de 15,000 pesos al día. Si hacemos cuentas, sacarlo de ahí y ponerlo a trabajar es urgente, más cuando hay compañeros que sólo tienen uno o dos camiones”.

En algún otro incidente, uno de los hijos de Rodolfo Cano estuvo a punto de llegar a los golpes con un gruyero, por eso ahora el empresario prefiere no involucrarlos y pagar, a pesar de los abusos e irregularidades. De hecho, en 2008 un camión robado y del que pagaba una mensualidad de 60,000 pesos tardó ocho meses en aparecer. No pudo seguir pagándolo y quedó flotando en el infinito limbo del buró de crédito.