Anualmente, cientos de paisanos cruzan la frontera con Estados Unidos arriesgando su vida en el desierto, en el río Bravo, o escondidos en algún vehículo. Fuera de las sombras, en las carreteras, para los conductores de camiones el panorama es distinto: viajan legalmente. Sin embargo, el espíritu de ambos lados de la moneda es el mismo: quedarse allá y alcanzar el codiciado sueño americano.

Y, al igual que los migrantes ilegales, los operadores también buscan mejores oportunidades. Sí económicas, pero también de seguridad y trato de las empresas. Noé Gómez, 10-28 El Chivo, lleva seis años trabajando bajo este modelo y lo explica así.

“Hay mucha demanda y trabajo, es para volverse loco. Pero también son muchos los riesgos, porque en cualquier momento te pueden quitar la visa”, comenta para TyT.

Y es que para El Chivo, pasar aún más tiempo lejos de su familia y de su casa –que están en la Ciudad de México– es un sacrificio que está dispuesto a hacer cuando piensa en la diferencia de condiciones laborales que tenía mientras trabajaba como operador del tracto que el IMSS utilizaba para llevar sus campañas de salud a los lugares más recónditos del país, o en sus años como aprendiz acompañando a su padre en sus viajes cubriendo la ruta Lázaro Cárdenas-Manzanillo.

Allá impera un aire de más seguridad. Noé cuenta que se estaciona en un truck stop con la tranquilidad de que se puede dormir sin temor a que le den un cristalazo, que se roben partes del vehículo o la carga completa.

En este sentido, en EU se tienen localizadas más de 6,000 paradas de camiones en los 50 estados que conforman al país. Además, el robo a transporte de carga registró, durante 2018, un total de 592 incidentes. Un panorama abismalmente diferente al que se vive en México.

A esto se le suma la calidad de las carreteras norteamericanas y, sin duda, la diferencia salarial, pues El Chivo comenta que la demanda es tal, que las empresas no hacen distinción si se es operador con visa B1 –o “biguanero”, como se les conoce en el argot transportista–, la paga va pareja para todos, por lo que las envidias entre conductores tampoco son problema.

Calcula que tan solo en un viaje de Nuevo Laredo a Michigan, se puede embolsar de 18,000 a 20,000 pesos y haciéndolo solo en una semana: al mes, un operador se puede llevar hasta 70,000 u 80,000 pesos, una cifra lejana a los 30,000 pesos mensuales que en México ganaría, considerando los sueldos de entre 5,000 a 8,000 por semana.

Pero no todo es por dinero, tanto de los viajes como por las pérdidas por robos a la carga o vehículo. Noé comparte que la verdadera diferencia está en la visión que algunas empresas tienen de los operadores. Y ejemplifica que no es lo mismo estar en un Cedis en cualquier punto de México y tener que esperar hasta dos días para descargar y cargar, lapso en el que no dejan ni salir a comer o utilizar los baños del lugar. “No sé, creen que somos una máquina o qué”, reclama.

“Es la actitud de los despachadores, que te tienen todo el día ahí asoleando, que no te dejan tener el camión encendido –porque se gasta el diesel–, pero al final de cuentas son condiciones infrahumanas en las que te tienen trabajando. No te pagan estancia, ni comida”, agrega.

Y así, una imposición tras otra van colmando la paciencia de los más aventurados que deciden prepararse más, conseguir su permiso de transportista internacional y tomar el riesgo de lanzarse a los Estados Unidos.

En cambio, platica, allá la cuestión es diferente. Cuando llega a una bodega, descargan en 15 minutos lo que se tardan en cargar dos días en México. “Te dan tu papel y ya no te complican nada. Hay cosas que simplemente no se explican”, dice.

Desde su punto de vista, el operador mexicano es muy respetado en Estados Unidos porque es muy eficaz y trabajador, como si no se cansara de este oficio.

El Chivo se fue en noviembre de 2013. Va con su carga y se queda hasta dos meses trabajando en el país vecino para luego regresar a la Ciudad de México. Como logró comprar su propio camión, tiene la oportunidad de decidir su tiempo de estancia allá.

Y aunque el cuadro perfecto del sueño americano sería llevar a su familia y quedarse en ese país a trabajar, está consciente de que en cualquier momento puede perder su B1 por conducir más allá de lo que la propia visa le autoriza. Pero lo que más lo tiene unido a suelo mexicano es que Estados Unidos le gusta para trabajar, no para vivir; además, él se hizo como operador en México y se enamoró de su tierra mientras la recorría por sus carreteras.

Noé espera que el transporte mexicano mejore, porque también se necesitan conductores, pero aún persiste la inseguridad, los bajos sueldos y el maltrato a los operadores. El sueño americano, en tanto, se convirtió en su forma de vida, pero de ninguna manera descarta regresar a las carreteras de su país, a las raíces.

¿Qué es la visa para transportistas mexicanos?

Bajo este permiso, pueden solo trasladar mercancías entre la zona comercial fronteriza y México, y no pueden transportar carga entre puntos dentro de las zonas comerciales, mucho menos salir de ésta. Dependiendo de la legislación de cada estado, dicha área autorizada para operar es de hasta 25 millas, poco más de 40 kilómetros.

El dato

  • Se calcula que en EU hay unos 120,000 operadores B1 de origen mexicano, también conocidos como “biguaneros”.